La Conducción al Sepulcro fue el primer paso el recibir el tratamiento contra los xilófagos que los técnicos de una empresa especializada comenzaron ayer, desde primera hora de la mañana, a aplicar a la totalidad de de los grupos escultóricos del Museo de Semana Santa. Según explicó el presidente de la Junta Pro Semana Santa, Antonio Martín Alén, el tratamiento consiste en la aplicación de un producto de origen natural, una especie de pasta líquida que una vez distribuido por la superficie de la madera se convierte en una espuma que va penetrando poco a poco en las vetas, hasta un grosor de cinco centímetros. Una vez aplicado hay que esperar cinco horas hasta que el proceso está completo, si bien la aplicación del producto no requirió el cierre del Museo de Semana Santa, ya que se trata de un compuesto totalmente inocuo para las personas que puedan estar visitando las instalaciones. Una vez aplicado el tratamiento protege durante un mínimo de cinco años y un máximo de diez.

El tratamiento es, a la vez, correctivo, para aquellas piezas donde pueda haber xilófagos, y preventivo, para impedir que los insectos comedores de madera se introducan en ella. Se aplica sobre todo en la zona interior de las mesas, ya que el exterior está barnizado, y tampoco se toca la policromía de los pasos.

Martín Alén explica que no era desde hace un par de décadas, cuando se detectó un importante problema con los xilófagos, cuando se hizo por última vez una intervención importante para evitar la presencia de los bichos. La idea, indica, es que cada cinco años se haga una intervención de recuerdo para mantener los pasos en buenas condiciones. No obstante el presidente de la Junta Pro Semana Santa indica que la situación no era ni mucho menos preocupante, ya que tan solo se habían detectado algunos agujeros en mesas como la de la Conducción, pero no actividad alguna de la polilla o la carcoma.

A los pasos habituales del Museo, y también las mesas que se guardan en la panera, se unieron algunos elementos de la procesión del Lunes Santo por la tarde, en concreto dos cruces y Jesús en su Tercera Caída, que recibirá el tratamiento precisamente en la base de la figura principal, que no está policromada. En la tarde del jueves la figura fue trasladada desde el templo de San Lázaro hasta el Museo de Semana Santa para someterla al tratamiento general de las piezas.

El presidente de la Junta pro Semana Santa explica que no solo se trata de dar el producto y ya está, sino que regularmente se lleva a cabo un seguimiento para detectar la posible presencia de xilófagos. La polilla, por ejemplo, puede llegar a tardar tres años en eclosionar, por lo que se hace necesaria una vigilancia constante. Para ello se llevan a cabo distintas medidas. Una de ellas, mantener el ambiente del Museo con la humedad controlada para evitar favorecer la proliferación de xilófagos. Para ello se dotó ya hace años de un higrómetro que controla este parámetro de la humedad del aire.

Además, periódicamente los técnicos vienen a hacer "un chequeo" para detectar la posible presencia de actividad de los xilófagos en los pasos. Para ello un elemento fundamental son las trampas estratégicamente situadas, que se utilizan como marcadores para detectar la presencia de los bichos. Se trata de unos dispositivos con hormonas que atraen a estas especies de xilófagos, que quedan atrapadas. En los últimos tiempos no ha caído ninguno en la trampa, lo que indica que pasos y mesas están limpios de este peligroso enemigo.