Eso es lo que hizo ETA durante demasiados años. Eso es lo que quisieron hacer en Alsasua. Eso es lo que pretendieron hacer y a punto estuvieron de conseguirlo cuarenta personas contra nueve guardias civiles en Algeciras, los agresores eran todos ellos narcotraficantes. Matar a la Guardia Civil es lo que ha pedido un impresentable de nombre Valtonyc. Este rapero en mitad de un concierto animó a la audiencia a "matar a un puto guardia civil". Cuántas veces le ha sacado las castañas del fuego la denostada Guardia Civil a la que tanto debemos los ciudadanos españoles en pequeñas y grandes capitales y, sobre todo, en el medio rural. Si no fuera por ellos todos los que delinquen camparían a sus anchas cometiendo sus fechorías.

A este Valtonyc hay que aplicarle un castigo ejemplar. Son claros el enaltecimiento del terrorismo, el delito de odio contra la autoridad y alguno más que se me escapa. Y mal que pese a unos cuantos, la Guardia Civil es la autoridad. Una de las más queridas, respetadas y aplaudidas por la mayoría de los españoles. Un uniforme de la Guardia Civil es garantía de seguridad y de paz. Pero eso a estos que tontean con la droga, con el alcohol y arremeten contra el Estado de Derecho, las instituciones, los sentimientos e incluso la fe, siempre que no sea musulmana, se la trae al pairo.

Me parece de perlas que los servicios jurídicos de Unión de Guardias Civiles estén estudiando emprender acciones legales contra este imbécil profundo, cuya imbecilidad lejos de ser un eximente es un agravante. España ya tiene demasiados imbéciles como para soportar uno más. Lo que no hace el Ministerio del Interior al que, en muchos aspectos, le meten constantes goles sin la necesaria capacidad de reacción, lo tienen que hacer los propios guardias civiles que deben estar hartos de estas arremetidas contra ellos, encima cuando no están de servicio, como en los casos de Alsasua y Algeciras.

El Valtonyc éste de los cojones es, como no podía ser de otra forma, catalán, por lo menos de nombre, el apellido es otra cosa. Este no tiene un solo apellido catalán. En su DNI figura como Josep Miquel Arenas. Lo más seguro es que en realidad sus ancestros sean paisanos, no de un rapero pero sí de un pepero, Javier Arenas. Solo que el primero se ha torcido de malas maneras hasta el punto de incitar al asesinato. Encima, es reincidente. No es la primera vez que lo hace y le condenan por algo igual o parecido. ¿Qué hace la Justicia en España que también se las meten dobladas? Mi respeto para los jueces a los que esta gentuza y los demás están dando excesivo trabajo.

Si este imbécil tiene que ingresar en la cárcel el día 24 que lo pongan ya en busca y captura, le apliquen la prisión permanente revisable porque es reincidente y le impidan rapear. El rap es una denuncia social, no es una incitación al odio, el rap es limpio y no necesita valtonycs de cuarta para denunciar lo que está mal o aplaudir lo que está bien. Ni a la Guardia Civil, pongo la mano en el fuego por ellos, ni a las personas normales se nos ocurre pedir a nadie, en prosa o en verso, en forma de rap, de rock o de bolero, que salgan a matar a Valtonyc allá donde quiera que actúe. Ah, claro, como los cobardes del lazo amarillo, Valtonyc lejos de pechar con las consecuencias ha presentado un escrito ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos alegando la última gilipollez. Que Dios ilumine a los magistrados del alto tribunal, porque como le hagan caso, no creo, acabaremos imitando al Reino Unido. Tiempo al tiempo.