Esta pregunta coincide con el título de la última obra que conozco de Noam Chomsky. La primera la leí por invitación de un amigo a principios de los ochenta. Era "El Lenguaje y el entendimiento", obra fundamental para la lingüística y la filosofía contemporánea. Entonces, en mitad de la carrera de Filosofía en Salamanca, me interesó su Teoría de la Gramática Universal y su original propuesta de la lingüística generativa y transformacional, según la cual nacemos con una capacidad innata para el habla, capaces de aprender y utilizar el lenguaje de forma casi instintiva, como si se tratara de una facultad biológica del cerebro humano. Esta explicación del fenómeno más genuinamente humano, el habla, supone todavía hoy debates encendidos en diferentes áreas de la cultura contemporánea. Actualmente, este sabio polifacético de casi 90 años, llama mi atención por su militancia cosmopolita y su infatigable compromiso crítico con un mundo asolado por la desigualdad, la injusticia y la xenofobia. En un capítulo de "¿Qué clase de criaturas somos?" se pregunta por el bien común, pues la clase de criaturas en que nos convertiremos dependerá de forma decisiva de las circunstancias sociales, culturales y laborales de nuestras vidas. Su radical preocupación queda reflejada también en otras obras como "El beneficio es lo que cuenta", "Esperanzas y realidades" e "lusionistas", en la que analiza con detenimiento algunas de sus más profundas inquietudes: las crisis económicas como instrumento de enriquecimiento de los más poderosos, el secuestro de la democracia por los lobbys económicos y el capitalismo salvaje que pone a la humanidad en peligro por su voracidad ecológica. Urge la necesidad de encontrar maneras de neutralizar el impacto diabólico de estas políticas y una de ellas la podemos encontrar en el sistema educativo, que debe huir del adoctrinamiento y seguir el modelo ilustrado, la búsqueda del conocimiento, el fomento de la investigación y la creatividad, con el objetivo de mejorar la vida propia y el bienestar de los otros. Está convencido de que la educación tiene valor por sí misma independientemente del rendimiento económico que tenga. Se debe fomentar la exploración creativa, con libertad de pensamiento, para llegar al punto en que los estudiantes puedan aprender por sí mismos.

Nos encontramos ante un serio conflicto democrático que Chomsky denuncia en su obra y en cada entrevista o aparición pública. Podemos remontarnos al texto de la "Política" de Aristóteles para entenderlo mejor. El filósofo griego también creía que el mejor sistema político era la democracia, aunque le diagnosticó un defecto grave, los más pobres acabarían por utilizar su voto para adueñarse de las propiedades de los más ricos, lo cual será una injusticia. Por eso aconsejó reducir la desigualdad acometiendo medidas sociales que incrementaran la clase media. Decía: "Si quieren que haya un poder que represente el interés general, sólo podrán encontrarlo en la clase media, (?) Una constitución no se consolida sino donde la clase media es más numerosa que las otras dos clases extremas, o por lo menos que cada una de ellas". La solución al defecto aportada por el legendario tutor de Alejandro Magno dista mucho de la que van a tomar liberales, burgueses y burócratas contemporáneos: lo mejor será reducir la democracia. Solamente falta ponerse de acuerdo en quién debe asumir el papel protagonista. Por eso el pensador americano, tenaz trabajador comprometido con infinidad de causas por todo el mundo, cree que será muy difícil sustraerse a la tutela política, sean tecnócratas basados en la política de la "sociedad del conocimiento" progresista o que quienes decidan lo hagan desde bancos y multinacionales. Aunque, señala, también podrían darse otras versiones y encontrarnos con un Comité Central o un Consejo de Guardianes, con el partido único o la religión verdadera.

Resulta muy aleccionador leer a Noam Chomsky, tan de vuelta de luchas estériles, de engaños y desengaños neoliberales, tan lúcido leyendo detrás de los falsos mercados libres o de los supuestos beneficios para todos con la bajada de impuestos, tan beligerante con las patrias y los estúpidos nacionalismos o con los medios de comunicación, parte de la estrategia de confusión diseñada por personajes tan peligrosos como Trump o Putin. Pretende superar este desamparo de la población apelando a una "genuina tradición libertaria" que devuelva a los trabajadores el control sobre su vida y la dignidad. Hay movimientos populares, sociedad civil y gente dispuesta a luchar.

Hay esperanza, fíjense en la jornada que protagonizaron las mujeres en España el 8 de marzo.