El caso catalán es un ejemplo formidable de cómo se pueden formar dos comunidades y quedar encerradas en un conflicto. Quizás se rija por la misma bioquímica de la escisión de una célula, en versión social. La palabra que nombra este proceso celular, o sea, mitosis, sería incluso trasladable, con otro significado: enfermedad del mito. Pues, en efecto, es un proceso mórbido del mito, o de una familia de mitos, el que ha acabado impulsando la escisión celular, y el que sigue alimentando el "procés". Sin olvidar, claro, la cerril ignorancia del casticismo español, residenciado en la prensa madrileña, a la hora de intentar entender la identidad catalana y algunas de sus buenas razones originarias, antes de que el "procés" desarrollara su fase mórbida: como si el mítico conflicto de identidad de la nación española hubiera acabado formando parte de su identidad nacional, de su razón de ser.