Hace falta tener más cara que espalda para decir, como ha hecho Rajoy refiriéndose a la postura del Gobierno en el tema de la independencia de Cataluña, que él siempre cumple sus promesas. Si, sobre todo, eso. Que se lo pregunten a los contribuyentes, y a los pensionistas, y a los funcionarios. Hasta 16 incumplimientos electorales y poselectorales le detectaron alguna vez desde la oposición. Lo peor es que se trata además de incumplimientos graves todos ellos. Y no, no es que los españoles seamos masoquistas y por ello haya vuelto a ganar el PP en los pasados comicios, sino que ha sido el triste recurso de elegir lo menos malo, dada la absoluta carencia de alternativas válidas.

Pero hay que tener confianza y esperar que esto no pueda durar mucho más tiempo, aunque Rajoy siga postulándose con ánimos suficientes para volver a ser el candidato de su partido en venideras elecciones, que serán más pronto de lo que él quisiera, especialmente si los separatistas catalanes ganan otra vez el 21-D. Tendrá ánimos Rajoy, pero el resto de los españoles, incluidos sus votantes, no. Así que los de Rivera, siguen ganando adeptos, muy peligrosamente para el PP, pues los sucesos de Cataluña están orientando la confianza de la gente a su favor, aunque solo sea por aquello de que a la postre, peor es imposible. Allí, en aquella región española donde nació C´s, parece haber olvidado Rivera, su líder, sus constantes cambios de posición, sus vaivenes a uno y otro lado buscando un hipotético pero práctico centro político, y en definitiva ha apuntado como una sólida alternativa a un PP desgastado y cuya fecha de caducidad puede irse acercando, sobre todo si C´s mantiene esa linea de relevo para convertirse, con ayuda de los poderes económicos, en un centro derecha joven y moderno, si, pero sin sobrepasar unos límites. Y no solo C´s, porque ahí aparece también Vox, el partido de derechas, desgajado del PP vasco en su día, que cumple de sobra las expectativas de muchos votantes decepcionados con Rajoy, y que ofrece hacer realidad el sueño de muchas personas: la desaparición de las autonomías.

En las comunidades regionales, precisamente, se está dando otro de los incumplimientos del Gobierno, que había hecho pública hace seis meses su promesa de evaluar el adoctrinamiento de los libros de texto, entre ellos en Cataluña, Baleares y Valencia. Pero a una interpelación de C´s responde ahora que ha traladado esta responsabilidad a los propias autonomías. Con lo cual ya se sabe lo que va a ocurrir: que todo continuará lo mismo que está, pues no se puede ser juez y parte. El adoctrinamiento está servido y luego será el lamentarse. Y otros adoctrinamientos, claro, como el sexual disfrazado de la diversidad y la ideología de género y demás milongas, mientras las subvenciones se disparan y España sobrevive en el furgón de cola de la UE. Este es el resultado del dislate de Aznar - muchos aciertos pero también demasiados errores y no solo la foto de las Azores - cuando transfirió la enseñanza y la sanidad a las autonomías, a instancias de los nacionalistas catalanes que le mantenían al frente del Ejecutivo. Un error, un inmenso error, que o se remedia drásticamente o se pagará muy caro.