El comentario de Aznar referente a que si los partidos independentistas ganan las elecciones regionales de Cataluña el 21 de diciembre, la situación no será igual a la de antes de la aplicación del 155 sino todavía peor, ha calado en sectores políticos y sociales, pero no parece estar en linea con la realidad, sobre todo si se tiene en cuenta que peor que después del 1 de octubre pasado es difícil estar en Cataluña aunque todo puede ocurrir. La situación sería compleja, difícil, pero hay razones para pensar que aunque los separatistas vuelvan a ganar - que parece probable, pero no seguro, ni mucho menos- las cosas y las relaciones entre aquella autonomía y el Estado alcancen sino un giro de 180 grados, sí que tomen una trayectoria y una dinámica diferentes, pues aquí todos, unos y otros, han visto las orejas al lobo por lo que cabe pensar que se medirá más lo que se hace y las responsabilidades inherentes.

Lo mejor, claro, con diferencia, y lo que quieren los catalanes no separatistas -millones- y los españoles en su inmensa mayoría, es que los comicios diesen el triunfo a los constitucionalistas: PP, PSOE y C´s, pero la verdad es que, empezando por el propio Gobierno de la nación, a día de hoy sigue sin tenerse demasiada fe en que así sea, lo que nos llevaría al viejo caso del fallecido Calvo Sotelo cuando en 1982 convocó unas elecciones que todos sabían que iban a ganar de corrido los socialistas. Pero se está en ello y nada se puede descartar si esa mayoría silenciosa a la que Rajoy ha hecho un llamamiento especial acude a las urnas. De otro modo, retornaran los independentistas con todo lo que ello significa, incluso aunque a partir de ahora tengan que rebajar el tono de la voz y discurran por cauces más moderados en apariencia. La división entre ellos se nota y se da por supuesto que acudirán al 21 de diciembre cada uno por su cuenta pero con un lado común. Los nacionalistas de la antigua Convergencia, el PdeCat del patético Puigdemont ya han dejado caer por boca de su hundido líder huido en Bruselas que estarían dispuestos a buscar caminos alternativos a la secesión. En cuanto a Ezquerra y el encarcelado Junqueras todo dependerá de lo que este diga ante el Tribunal Supremo, a donde llegará, acerca de si acata el 155, y la Constitución, y reniega de cualquier actitud independentista, como Forcadell, o si se mantiene en sus trece y prefiere ir como número uno de su partido desde la prisión. De todos modos, contará con el apoyo del grupo de la alcaldesa Colau una vez roto el pacto con el PSC. Con la CUP, lo mismo, lo que les otorgaría la mayoría otra vez. Pero cambiando necesariamente la hoja de ruta. Pues volver al mismo camino sería volver a chocar contra un callejón sin más salida que el 155.

Lo que en todo caso puede traer como consecuencia y no lejana si los secesionistas ganan es que Rajoy tenga que ir pensando sin remedio en convocar elecciones generales, porque esto ya no da más de sí, y cuesta aceptar que el actual Gobierno pudiera encarar la nueva situación, si es la misma o parecida a la de antes. No cesan las encuestas, que insisten en lo mismo: caídas del PP y de Podemos, con PSOE y C´s al alza, incluso con los de Rivera casi en segundo lugar. Pero esto es repetido, y no acertaron.