Lo era o lo es, no hay certeza absoluta de haber acabado con ella, la célula yihadista que el jueves de la pasada semana atentó en Barcelona y Cambrils. La célula no sólo maligna, también de la discordia. Los Mossos d'Esquadra han sacado pecho y ellos y sólo ellos han acabado a tiros con el problema. Sólo que el problema venía de antes, de cuando el Estado español, de cuando Policía y posiblemente también Guardia Civil, recomendaron al Ayuntamiento de Barcelona, ente otras cosas, la colocación de jardineras y bolardos que obstaculizaran zonas de la capital catalana que atraen grandes concentraciones de turistas y vecinos.

Ya entonces se hizo caso omiso. Ni alcaldesa ni Mossos dieron la menor importancia a la advertencia. Y eso que estábamos y estamos en nivel 4 de alerta antiterrorista. porque se temía un atentado y Barcelona en particular y Cataluña en general, donde más musulmanes radicalizados se han detenido en los últimos meses, no estaban ni están libres, no ya del atentado sufrido, sino de otros de mayor envergadura como ha confesado alguno de los detenidos. Con los asesinos yihadistas no puede haber contemplaciones, no puede haber conmiseración, es gente sin entrañas. No las tuvo Younes Abouyaaqoub el conductor del vehículo de la muerte, el que no dudó un segundo, tras robar un coche en la Avenida Diagonal, en asesinar a su conductor, un joven llamado Pau Pérez, que tuvo la desgracia de salir de su coche cuando el asesino buscaba un medio para su huida.

Cómo es posible que los Mossos, tan bravos ellos, no lo tuvieran el problema un poco más nítido. Porque del imán de Ripoll veníamos escuchando barbaridades desde hace tiempo. Pero, ¡ay, amigo!, como el imam predica una religión de paz, cualquiera le mete mano, y mucho menos el magistrado que le juzgó y que tras la brillante defensa de su abogado español y amigo de Colau salió en libertad para seguir adoctrinando a los chicos, cada vez más jóvenes, que se prestan encantados a la masacre. Pudo haber sido peor si logran fabricar el explosivo para el que se aprovisionaron de tantas bombonas de gas y tanto material. Resulta extraño que nadie se diera cuenta de semejante avituallamiento.

Me adhiero a la portada de la revista Charlie Hebdo con motivo del atentado catalán que reza algo así como: "Islam, religión de paix?! Portada que ha recibido algunas críticas. Muchos de los que blasonaron declarando: "Je suis Charlie Hebdo", ahora señalan con el índice acusador y despotrican. Por cierto, aquellos que apelan a la libertad de expresión y ahora critican la portada de la revista satírica francesa están cayendo en una contradicción. Tanta libertad de expresión tienen sus valientes redactores para hablar del Papa como para hacerlo de Mahoma. Libertad de expresión para todos o para ninguno. Ya vale de arrimar semejante ascua a la sardina que más interese.