En mi libro "Valorio, Memorias de un Pino Centenario", que escribí en 1993, citaba yo la cerámica del Barrio de Olivares como una actividad artesana que tenía cierta vinculación con el Bosque de Valorio.

Basándome en los datos obtenidos de los Libros de Actas del Ayuntamiento de Zamora, afirmaba que la cerámica de Olivares, que siempre gozó de una bien ganada fama, fue una de las actividades más fecundas durante muchos años, principalmente desde mediado el siglo XVIII hasta comienzos del XX.

En julio de 1877 los fabricantes de loza solicitaban del Ayuntamiento que se les señalase un punto determinado en las laderas del Bosque de Valorio, a fin de extraer de allí los materiales que necesitaban para el ejercicio de su industria, toda vez que los sitios en los que antes hacían la extracción de los barros ofrecían riesgos para las personas que practicaban las excavaciones, y por esta razón no se les permitía estar allí. Como el barro era una materia tan necesaria que sin ella no habría loza, la Corporación accedió a la petición, señalando los sitios en los que los ceramistas de Olivares habrían de proveerse del material necesario para su trabajo, haciendo extensiva esta autorización a los fabricantes de tejas y ladrillos, para cuyo fin se dividieron los terrenos aprovechables en seis zonas, y estableciendo como condición que la extracción del barro habría de ejecutarse a corte abierto y no por el sistema de minas, que las excavaciones que resultasen deberían ser terraplenadas después por los explotadores, hasta quedar la superficie enrasada, y que habrían de pagar veinticinco pesetas anuales por cada una de los seis lotes, cuya suma sería destinada a la reparación de los desperfectos que las aguas del arroyo, en épocas de grandes avenidas, solían ocasionar en el puente de Croix y en los paseos laterales del Bosque.

Según un estudio realizado por el historiador Eduardo Velasco, a finales del siglo XIX el Barrio de Olivares albergaba a unas quince familias de alfareros, de las que habían llegado a aquel barrio de pescadores tres familias pioneras de la alfarería mediado el siglo XVIII. Parece ser que esta actividad alfarera se extinguió con la llegada de la Revolución Industrial a comienzos del siglo XX.

La modesta actividad de fabricación de adobes, con destino a la construcción de humildes edificaciones, también tenía su demanda en los terrenos aledaños a Valorio. Francisco Nieto, vecino del arrabal de San Lázaro, pedía en 1879 permiso para hacer adobes, utilizando las tierras del sitio denominado "Bajada de la Peña Pingona", en el Bosque de Valorio, a cuya petición también accedió el Ayuntamiento.