El Daesh ya le ha amargado la Navidad a los alemanes. Están empeñados en hacer lo propio con el resto de países de la Europa común. Los servicios de Inteligencia permanecen alerta y la policía se teme lo peor hasta el punto de que la Policía Nacional, nuestra policía, ha pedido a los ayuntamientos que, tras el atentado en el mercado navideño de Berlín, extremen las medidas de seguridad bloqueando con bolardos, grandes maceteros y coches patrulla los principales accesos a las zonas más concurridas en estas fechas festivas. Por su parte, el Ministerio del Interior ya ha anunciado que reforzará la presencia policial en estos espacios.

Espero y deseo que Zamora también cuente con las necesarias medidas de protección física que impidan ataques similares a los llevados a cabo con camiones de gran tonelaje. Primero fue en Niza, más recientemente en Berlín. Es el arma mortífera que los islamistas van a emplear. Imagínese usted un camión de gran tonelaje por Santa Clara o San Torcuato. Cuando quieran detenerlo se ha llevado ya por delante la vida de muchas personas o las ha dejado malheridas. Esto no es ciencia ficción. Esto es la realidad. Esto es lo que puede pasar en Madrid o Barcelona, pero también aquí.

El Daesh utiliza para matar armas hasta ahora impensables. Y no son bombas, ni metralletas, ni cargas explosiva, que también. Son vehículos de gran tonelaje, hombres, mujeres y niños. Los niños figuran ahora entre sus favoritos para golpear objetivos en las capitales europeas. Francia y Alemania están en el punto de mira de esos salvajes, pero también Reino Unido y España. Lo que esa gentuza hace con niños y niñas no tiene nombre. Espero que Alá les haga pagar las salvajadas que están cometiendo.

Sé que lo que voy a decir está sujeto a interpretaciones de todo tipo y que me va a caer encima un aluvión de críticas. Empiezo por decir que hago mío el drama de los refugiados. Que me duele en el alma lo que veo. Pero también hay que reconocer que entre los refugiados, el Daesh cuela a muchos de los suyos que alcanzan un estatus que utilizan luego para matar. Y ahí es donde todos, los ciudadanos también, debemos permanecer alerta. Los servicios de inteligencia por supuesto, pero eso es cosa de todos. A la mínima sospecha hay que alertar a la Policía.

El propio Daesh es culpable de la animadversión progresiva de los que están en contra de la acogida de inmigrantes y refugiados, de la creciente xenofobia que se respira en Europa, en unos países más que en otros. ¿Son en verdad refugiados todos los que llegan a Europa? En países como Alemania y Austria ya se alzan con fuerza las voces contrarias a su acogida. En Francia, Marine Le Pen azuza a los franceses y de llegar al Elíseo, ¡Dios no lo quiera!, pondrá en marcha políticas durísimas al respecto. Desgraciadamente, en Europa hay demasiados puntos calientes de reclutamiento del Daesh. España aporta Ceuta. Los tenemos muy cerca. Que, ojalá, no nos amarguen la Navidad.