Viendo lo bien que viven los líderes sindicales, los liberados y demás, dudo mucho de que en verdad todos ellos estén preocupados por nosotros, el resto de mortales y nuestros derechos, por mucho que hayan salido a la calle diciendo aquello de: "defiéndelos", en imperativo. O sea, nos dicen a los demás que defendamos lo nuestro, pero ellos no se incluyen. Qué paradoja. Ellos van a gusto en la burra que les ha tocado en suerte. No se incluyen en esa defensa. Sujetan la pancarta, acuden a los despachos oficiales de que se trate, se entrevistan con la Patronal y con el Gobierno, los insultan y denigran llegado el caso y nada más. No hacen otra cosa.

Que yo no digo que unos y otros, a lo mejor, sean necesarios. Lo que digo es que hay que demostrarlo. Porque cuando yo y seguro que usted también, tenemos un problema ni Toxo ni Álvarez nos reciben para que se lo contemos. Ni Toxo ni Álvarez, hacen nada por librarnos de cualquier mal. ¿Cuándo se han preocupado los antecesores de Toxo y Álvarez y los propios líderes de CC OO y Ugt por los parados de larga duración? Nunca.

Si las centrales sindicales se sirvieran para subsistir de sus cuotas, a lo mejor se les tenía más respeto. Pero es que van a gusto a lomos de la subvención de los mismos gobiernos, sobre todo si son de derechas, a los que critican y contra los que claman. Yo soy una humilde trabajadora, a mucha honra, pero no por eso voy a morder la mano que me da de comer. Tengo para mí que el diálogo es la mejor vía. Lamentablemente, esta gente que pide dialogo no sabe dialogar, no sabe arreglar en la mesa de diálogo lo que luego sale a la calle a vociferar, vendiéndonoslo como un favor en base a nuestros intereses laborales. ¡Y un cuerno!

Lo que ya me escama del todo es cuando sujetando la pancarta se puede uno encontrar al coordinador general de IU, Alberto Garzón, y al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. La cosa sindical está en exceso politizada y escorada a la izquierda, a la peor izquierda, a la más radical, a la que está por ver si son capaces de sacar adelante todo eso que predican y que no es otra cosa que, eso, prédicas. No está España para manifestaciones sindicales, huelgas y paros de ningún tipo. Los brazos caídos ni para salir a caminar. Nuestros derechos se pueden reivindicar, se pueden reclamar de muchas maneras, los sindicatos patrios siempre eligen la misma vía, la de la confrontación.

Y los líderes sindicales las suyas y algunos liberados solo piensan en el "dolce far niente" que les proporciona su estatus, ¡ojo!, que digo "algunos". Lo cierto es que pocas cosas han resuelto los sindicatos por sí mismos. Siempre ha habido un toma y daca en el que ni huelgas, ni paros, ni manifestaciones han incidido en los distintos logros. Los que más nos ganamos nuestros derechos somos los propios trabajadores con nuestro trabajo. Pero eso no les entra a estos señores, de profesión sindicalistas, y de afición sacar a sus huestes a la calle, no siempre para bien.