Zamora vive desde hace décadas una situación de decaimiento como consecuencia del cambio de valores económicos que ha perjudicado al sector agrario, muy importante en la provincia. Debido a la transformación de los mercados y a la polarización del consumo en torno a las grandes ciudades, se ha producido una fuerte emigración y el desmantelamiento del escaso tejido industrial que desarrolló la capital en la segunda mitad del siglo XX. Este proceso, que se ha agudizado en los últimos años por la crisis económica general y la globalización causada por las nuevas tecnologías, ha traído como consecuencia la despoblación, que se ha cebado, sobre todo, con el ámbito rural. La provincia ha pasado de 316.000 habitantes en 1950 a menos de 185.000 en la actualidad. Los intentos por parte de la Administración (local, autonómica y nacional) de taponar esta sangría han sido vanos y los programas y planes de desarrollo que se han aplicado no han cumplido sus objetivos.

Ni el Plan Integral Agrario para el Desarrollo Rural 2007-2013 ni los distintos programas Leader han conseguido dar la vuelta a una situación que ha situado a esta provincia en el fondo de las listas económicas de Castilla y León y de España. Menos aún otros proyectos politizados como el Plan del Oeste del PSOE que murió antes de aplicarse o los reiterados intentos que ha hecho la Junta de Castilla y León por frenar el desequilibrio territorial. La sensación es que parar el proceso de despoblación, y el consiguiente envejecimiento, es una tarea ímproba. Solo podría conseguirse si se cambian las condiciones económicas y se crea empleo, algo que empieza a parecer una quimera.

Hay algunas señales que indican que la crisis económica que tanto daño ha hecho a España desde 2007 está remitiendo y que el crecimiento, que ya evidencian los datos macroeconómicos, podría encaminarnos hacia un cambio del ciclo económico. Estamos, así pues, ante una oportunidad -quizás la última- para que la provincia se suba al tren del desarrollo, indispensable para frenar el debilitamiento demográfico que amenaza el futuro de Zamora.

Los programas Leader aprobados por Bruselas para primar al ámbito rural y fijar población que compense los desequilibrios territoriales han aminorado la caída demográfica y, pese a no haber conseguido frenar el declive económico de los municipios más pequeños, han incentivado el emprendimiento y han financiado proyectos de desarrollo que se han convertido en pequeñas islas generadoras de actividad empresarial. De ahí que el nuevo Leader que acaba de firmar la consejera de Agricultura, Milagros Marcos, con los seis grupos de acción local de la provincia haya vuelto a crear expectativas y supone un clavo donde agarrarse para quienes se niegan a cerrar con candado el ámbito rural.

Durante los próximos dos años la inversión en la provincia alcanzará los 6,7 millones de euros. Estos fondos europeos se destinarán a financiar proyectos productivos que generen empleo y estarán gestionados por los grupos de acción local Adata, Aderisa, Adisac-La Voz, Macovall, Adri Palomares y Torguvi, que cubren todo el mapa territorial. A esta primera fase se ha destinado el 40% de los fondos previstos hasta 2020. El resto se asignará a los distintos grupos de acción local a partir de 2018 en base al gasto que hayan hecho en los dos primeros años.

Este programa europeo ha consumido ya varias convocatorias, desde una primera en la que las inversiones se destinaron, con un control mínimo, a potenciar el turismo rural, hasta la actualidad que la iniciativa busca, sobre todo, incentivar el empleo joven, femenino y de parados de larga duración. La cuantía de los proyectos se eleva hasta un millón de euros frente a los 250.000 de tope en la anterior convocatoria. Del total de la inversión, hasta una tercera parte se podrá financiar a fondo perdido y el resto a través de créditos blandos, garantías y avales. Otra de las novedades es que la financiación se entregará según se vayan realizando las certificaciones de obras del proyecto en vez de abonarla toda a la finalización de los trabajos, lo que acarreaba deudas y problemas financieros a los grupos de acción local.

La actual convocatoria del Leader, que como todas las demás se ha iniciado con retraso, ya que estaba previsto que empezara a ejecutarse en 2014, se presenta como una de las postreras oportunidades para los emprendedores rurales. En los últimos años se ha demostrado que proyectos ligados al turismo, al sector agroalimentario y a la producción artesana son viables y crean riqueza.

Frenar el desequilibrio territorial es un objetivo de primera magnitud para la provincia. Las administraciones tienen que facilitar las condiciones para que los ciudadanos emprendan iniciativas en esa dirección. Es necesario, así pues, intensificar la implementación del nuevo Leader para que ningún proyecto viable quede sin fondos con que financiarse, para que el ámbito rural zamorano no desperdicie más oportunidades de desarrollo.