Es evidente que algunos medios de comunicación y editorialistas están enfadados con los últimos resultados electorales. No digamos de las empresas llamadas demoscópicas, al haber comprobado que sus predicciones han estado muy alejadas de dichos resultados. No se resignan a respetarla voluntad de los ciudadanos. Siguen tratando de orientar con sus sondeos y estudios, los escenarios que les gustarían que se ocasionaran según sus intereses. Tratan de influir en muchas ocasiones de manera "non santa", descaradamente en los ciudadanos por medios de dudosa moralidad. Esta aptitud evidentemente es dudosamente ética, también de un ejercicio de falta de respeto a las personas y a la colectividad, es decir a la sociedad española y que es mucho más inteligente e independiente, que muchos medios de comunicación y comentaristas, aunque a veces no nos gusten sus decisiones. Dicho lo dicho, pasemos a lo que nos interesa a los españoles.

Se ha celebrado la ronda de consultas constitucionales, entre el jefe del Estado y las diferentes fuerzas parlamentarias que participaron en las últimas elecciones, y como era de esperar y desear, el rey ha señalado a el señor Rajoy como representante del partido más votado, para que se someta a la sesión de investidura. Consecuentemente el candidato deberá intentar conseguir los apoyos suficientes -como ya lo hiciera Pedro Sánchez en la anterior legislatura- para alcanzar las mayorías y ser investido por el Congreso de los Diputados. Antes de continuar conviene explicar que, desde este momento Rajoy funciona autónomamente, eso sí, con el mandato de someterse a dicha investidura. Cumpliendo con las previsiones constitucionales, se han celebrado las consultas establecidas que responden a los artículos 99.1: "el rey previa consulta con los representantes de designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno; y del artículo 99.2 que establece que el candidato propuesto conforme a lo previsto en el apartado anterior expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretende formar y solicitará la confianza de la Cámara". Hay que reconocer que el jefe del Estado ha cumplido ejemplarmente su función constitucional, proponiendo a Mariano Rajoy con el mismo rigor que lo hizo con la propuesta del candidato Pedro Sánchez. Por ser muy reciente no es necesario recordar cuál fue el comportamiento, entonces y ahora, de los distintos candidatos y los partidos políticos.

Aunque estamos en pleno verano y por lo tanto en el tiempo propicio para cambiar de hábitos, la mayoría de los ciudadanos no logramos quitarnos cierto desasosiego ante la situación, que tiene relación con el momento de incertidumbre por el que está pasando nuestro país. La ausencia de un entorno, o como se dice ahora contexto estable desde el punto de vista social, económico y por lo tanto político, crea unos estados de ánimo más bien negativos y cierta ansiedad, lógicamente unida a los habituales problemas que cada familia y cada persona posee.

Las preguntas que nos hacemos la mayoría de los ciudadanos, tienen un común denominador: y ¿ahora qué va a pasar? ¿Quién tiene que asumir las responsabilidades? ¿Quién debe dirigirse a los españoles anunciando cual es la solución a sus problemas? Claramente las respuestas están muy claras: le corresponde al señor Rajoy, una vez ha sido designado por el jefe del Estado. Se acabó el tiempo de actuar como dueño del cortijo y acusar, falazmente, al Partido Socialista con aquella idea embaucadora, de que otros son los responsables de lo que está ocurriendo. Para aclarar esta situación, tendremos ocasión también, de escuchar en el discurso de investidura, cómo se ha desarrollado la gestión de estos últimos cuatro años del gobierno por él presidido. Algo tendrá que corregir el Partido Popular, para encontrar los apoyos necesarios, por lo menos en los más afines.

Mientras tanto, no deberían seguir abusando, los más cercanos colaboradores del señor Rajoy, en declaraciones improcedentes del siguiente contenido: Rajoy "no dijo que no lo fuera a hacer", por lo tanto "cabe la posibilidad de que no se presente" a la investidura. O esa otra manifestación: "no a Rajoy, es "no", no solo al líder del Partido Popular, sino también al jefe del Estado" (Martínez dixit).

Estamos atravesando por situaciones muy complicadas en el conjunto del Estado, con algunas peculiaridades añadidas, como la situación en Cataluña, que puede agravarse por la forma absolutista e incertidumbre del actual gobierno, ahora en funciones, para que el candidato Rajoy siga utilizando la ambigüedad como estrategia con la que ha gobernado durante los últimos cuatro años colmados de opacidad.