En los últimos días del mes de junio de 1918, la villa de Fuentesaúco se afanaba en preparar un homenaje a su preclaro hijo el doctor Olivares. En un ambiente de general alegría, los saucanos querían celebrar los éxitos profesionales del paisano ilustre.

Laureano Olivares y Sexmilo, había nacido en Fuentesaúco el 5 de abril de 1861, en su pueblo natal dio sus primeros pasos y vivió su niñez. Con un talento privilegiado, se licenció en Medicina y Cirugía, con premio extraordinario, en Madrid en 1904. Obtuvo plaza de médico de la Beneficencia y del Hospital Provincial con el número 1, y fue catedrático de Patología Quirúrgica de la Universidad Central desde abril de 1917.

Por este extraordinario éxito, se le obsequió en Madrid por sus compañeros de claustro con diversos homenajes. Fuentesaúco quiso también premiar los esfuerzos del doctor Olivares, disponiendo un programa festivo en su honor por los méritos tan notorios obtenidos.

En un discurso pronunciado el 17 de noviembre de 1917 en la Real Academia de Medicina el decano de la Beneficencia, don Enrique Isla, entre otras frases elogiosas, dijo:

"No hacen falta muchos trazos para contornear la figura del doctor Olivares, porque es persona conocida y digna de ser aclamada por toda la clase médica de España. Olivares sin más bagaje que el conseguido por su trabajo perseverante, por una voluntad inquebrantable, característica de su temperamento, hace no muchos años llamó a las puertas de la Beneficencia provincial y en oposiciones rigurosas y severas, en las que alcanzó el número 1, demostró el sólido fundamento de la reputación que había de obtener con el tiempo. En aquel ambiente de perseverante trabajo, donde se aprovechan para el estudio los casos prácticos numerosos, al realizar enseñando se hizo un maestro y se puso en condiciones de llegar a la segunda parte de su hermosa historia profesional, presentándose a oposiciones a cátedra de Clínica Quirúrgica, y todo el mundo lo recuerda porque han sido oposiciones sonadas por la valía de los ejercicios que se presentaron. Un hombre de la juventud de Olivares, que alcanza puestos tan codiciados, adquiere una reputación tan ambicionada por cuantos trabajan, por los triunfos logrados y por sus condiciones de positivo valor científico, nos hace concebir a todos grandes esperanzas para el porvenir de las ciencias médicas en España". Don Laureano Olivares ingresó en la Real Academia el 2 de marzo de 1934, leyendo su discurso sobre "Fracturas del cuello del fémur". Escribió un libro de "Patología Quirúrgica", otro sobre "Fracturas de los huesos largos", y una interesante monografía sobre "Peritonitis tuberculosa".

Murió en Torrelodones el 16 de julio de 1944 y fue inhumado en la necrópolis madrileña.