Decíamos que "Nos han querido acostumbrar" (¿o se debe decir anular?), aquí, en un aquí identificable, en la Corona Leonesa, puede que en un adoctrinamiento constante (¿por puro capricho y plusvalía energética o política?), a una versión estrafalaria, desquiciada y anacrónica de la historia en la península Ibérica, donde una parte de su territorio (¡léase todo el cuadrante noroeste peninsular!)), ¡y sus pobladores!, o sea nosotros, está (¡estamos!) siendo, como objetivo instrumental político, desposeídos de sus raíces, amarres y raigambre, en el mejor de lo supuestos y/o, en el peor de ellos, percibiendo, ¡de forma ostensible!, cómo están siendo trasmutadas, cambiadas y manipuladas en otra, diferente y distinta, situación identitaria que les es ajena. Ello, que viene de lejos, es notorio, evidente y constatable pues, no en vano, ¡y lo debemos decir!, "ya los relatos de la Reconquista -ese espacio temporal de casi 800 años- adolecen, en el recuento, relato y descripción de sus hechos, que están protagonizados en las cuatro regiones históricas, constitucionales (en 1931 y 1978), de Extremadura+Reino Leonés+Galicia+Asturias".

Seremos tenaces al insistir en que: "Frente a los continuos intentos de arrinconar nuestro pasado integral, el del oeste de la España Nación protagonizado por la Corona Leonesa, en la hermandad convivencial de sus cuatro regiones históricas (Extremadura+Reino Leonés+Galicia+Asturias), debemos, entre todos sus ciudadanos y con todos sus ciudadanos, y en la medida de nuestras posibilidades, disponibilidades e iniciativas, contribuir mancomunadamente contra tal atropello anticonstitucional (nosotros: los leoneses, tenemos todo el derecho constitucional a mantener, promover y ampliar nuestros bienes indentitarios), y dejar sentado, ¡y firme!, la extraordinaria contribución que desde el legado concreto, particular y singularizado de estos cuatro espacios humanos convivenciales, y en aras de una leoneseidad amplia, global y mayestática, se han añadido, con valores propios y definidos, al común patrimonial de la España Nación y de la Unión Europea (aquí no olvidamos nunca esa ligazón de ciudadanía convivencial y convergente leonesa, española y europea).

Aquí en el Oeste de Iberia, ¡fíjense bien en el mapa físico peninsular!, no estamos ahora, ¡como no hemos estado nunca!, por el jamás de los jamases, para ser del montón, cual comparsas, entes clónicos o meros tancredos espectadores o virtualistas, antes, ¡y muy al contrario!, estamos para desarrollar nuestras iniciativas (eso que hemos llamado I+D+i+d+e+c). Mantenemos, por supuesto, que: ser de aquí, de Extremadura+Reino Leonés+Galicia+Asturias, es ahora y ha sido siempre, desde nuestro particular y leonés (español y europeo) criterio, algo destacable, trascendente, importante y, permítaseme, extraordinario en grado sumo, no solo en el ámbito español, ibérico o el europeo, también, en orden a su categorización, a nivel universal.

La conquista de la península fue, en el siglo VIII, de sur a norte y la Reconquista va del norte al sur y, mal que le pese a algunos, pasa por aquí, es más, aquí es el espacio más importante, destacado y trascendente de toda ella. Aquí es, sin duda alguna, el protagonismo directo, de primer orden y máxima categorización, aquí es el hacer principal y cimero, de la más amplia magnitud, aquí es el hacer directo, aquí el protagonismo y no, ¡y nunca!, el articulado, eso, ¡y siempre!,... aquí. La historia de la Reconquista Iibérica es protagonizada, con sello propio de identidad, por el Regnúm Imperiúm Hispánico de la Corona Leonesa (cuando en otros lugares, latitudes y escenarios, a los que siempre respetamos -¡faltaría más!-, cumplen en su efemérides años, décadas o siglos, aquí, en la leoneseidad, ya estamos en los milenios).

Hemos rescatado, hacia la leoneseidad presente, un hecho de la hispánica Corona Leonesa que en nuestra opinión es ampliamente paradigmático de lo ya señalado precedentemente. Hemos dicho ya sobre él: "En los lejanos tiempos del año 1229 la Corona Leonesa comandada por el Rey Emperador (nominación propia y exclusiva en la península Ibérica, de los soberanos leoneses) Alfonso IX, de nacimiento en la urbe leonesa de Zamora, prosiguió, en su afán sin desmayo, el cumplimiento del signo neovisigótico (que desde la leonesidad trascendieron a otros lugares y pueblos hispanos) en pos de la reconquista de la Hispania toda. Con tal finalidad conformo sus ejércitos, desde los descansaderos salmantinos (puede que en el Campo Charro), para, en pasando la rivera del Yeltes y El Abadengo (en el testigo de la catedral de Ciudad Rodrigo), en allende de la transierra, por el puerto de Perales, siguiendo por la Vía Dalmacia (que tiene su raíz en la comarca leonesa de la Tierra del Vino en Zamora), avanzar hacia Coria, hacia el sur.

Nos parece adecuado seguir siempre, con respeto a otras fuentes, las tradiciones y hechos antropológicos que, sobre el hecho que nos ocupa (el Día de la Luz), han ido trasmitiéndose de generación en generación, en estos lugares de la Corona Leonesa, pues de estar forma entretejemos el pasado con los hechos vivenciales del ahora y además contribuye a enraizar, aún más, los acontecimientos que se han desarrollado desde el protagonismo de los que nos precedieron.

El llamado Día de la Luz tiene su procedencia originaria en el año 1229. Es bueno recordar que, a tales momentos, la Corona Leonesa llega después de salir indemne de la pinza, cerco y ataque que contra ella establecieron la alianza del Reino de Castilla (fundamentalmente por obra del rey castellano Alfonso VIII, que atacó la leonesa Tierra de Campos Góticos, llegando hasta Carbajales de Alba, y el Reino de Portugal. En aquellos momentos correspondía la dirección de gobierno del Estado Leonés (según García Candeira) a su soberano el rey Alfonso IX de León casado con Teresa de Portugal (nieta del rey Alfonso Henriques, fundador del Reino de Portugal gracias a la Conferencia de Zamora).

La comunicación de la tradición oral, trasformada en leyenda, nos relata que en el atardecer del primaveral día 16-4-1229, los ejércitos de la Corona Leonesa se avistan con los ejércitos árabes (de los almohades), en un lugar extremeño -de la Extremadura Leonesa- que responde, desde aquel entonces, al singular y estremecedor nombre de El Pozo de las Matanzas. Tal sitio referencial está situado en la ahora llamada la Dehesa de la Luz ( que originariamente llevó el nombre de La Lucena hasta el siglo XVI).

Los leoneses y los agarenos se enfrentan en una dura lucha que, en aras de los relatos tradicionales, la describen como feroz combate, y en la tarde del 16-4-1229 la lucha va prosiguiendo y el tiempo avanzando en la tarde hacia la nocturnidad. Se va oscureciendo y la lucha se hace complicada, difícil y, en gran medida, y ello es importante, incierta en su desenlace. Ese relato nuestro, inserto en la leoneseidad convivencial, nos aporta el dato, dato crucial, umbral e importantísimo, que llega un momento en el trágico combate y batalla en tablas entre los leoneses y los agarenos en que, de forma efectiva y cierta, no se distinguen con nitidez a los combatientes: "ya no se ve". En aquellos momentos el desenlace de la batalla no estaba decidido y la victoria, anhelada e importante para la campaña emprendida por el zamorano Alfonso IX, está en el aire, se esfuma en la obscuridad y todo parece perdido en un volver a tener que empezar de nuevo. El relato de los ciudadanos de la población de Arroyo de La Luz (Cáceres) cita: "Era un atardecer de primavera, en la dehesa de La Luz, cerca del Pozo que más tarde se llamaría de Las Matanzas. Los leoneses y los moros están empeñados en feroz combate. Las fuerzas estaban equiparadas entre los dos contendientes. El día iba avanzando y la noche se acercaba cuando de pronto, en medio de la lucha, una Señora, llena de luz, aparece sobre una encina. Grandes resplandores emanan de su figura. Esta luz, como un sol, ilumina a los cristianos y ciega a los musulmanes. Gracias a la luz y al amparo de la Señora que consiguen una gran victoria. La citada Señora era la Virgen de la Luz. Los leoneses para agradecerle esa gran victoria le levantan una ermita en ese mismo lugar".

Tal victoria leonesa se comunicó, en aquel entonces, por medio de una larga caballada que, año tras año, se rememora en Arroyo de La Luz (Cáceres, Extremadura, Corona Leonesa, España, Unión Europea). De tal ocasión del siglo XIII ahora hacemos, con la Constitución Española´1978 en la mano, memoria histórica. Para nosotros: los leoneses, es ¡nuestra memoria!

(*) Del Instituto de Estudios Zamoranos Florián D´Ocampo