Es un adiós que estruja el estómago, aprieta el pecho y corta el aire, es un adiós que aflige el alma, eso que te das cuenta que existe cuando duele, cuando quieres gritar sin voz y cuando callas clamando de rabia y pena.

Porque nos dijeron que tu corazón ya no valía, que había que cambiarlo. Y esperamos y esperaste, como el que espera a un hijo en la estación, con júbilo, inquietud, anhelo, esperanza?

Y esperamos y esperaste, para dejar a medias "El umbral a la eternidad" y las últimas páginas de uno de Reverte, bueno, tus libros y tantas otras cosas?

No tenía que ser fácil encontrar un corazón tan grande, bueno, afable, tierno, valiente, estaba claro que no valía cualquiera, uno de esos que dicen: "Tiene un corazón que no le cabe en el pecho". Es un adiós mudo, sin palabras, pero con tanto sentimiento, que si lo gritara me oirías, papá.

S. Juárez Ruiz (Zamora)