Durante la Cuaresma pasada he asistido a varios Vía Crucis celebrados en distintas iglesias de Valladolid y Madrid, e incluso escuché por radio el Vía Crucis de Penitencia de la madrugada del Viernes Santo celebrado en torno a las murallas de Ávila, en todos ellos con personas diferentes, he podido apreciar el fervor y devoción de los asistentes.

Diré que eran Vía Crucis que me produjeron impresiones y sentimientos distintos, pues en el celebrado en mi parroquia de Valladolid cada estación era dirigida por una persona, mediante una pequeña lectura, a modo de comentario de cada estación; en el celebrado en la iglesia de los PP Capuchinos de Plaza España me llamó especialmente la atención que los asistentes, muy poquitos, por cierto, eran en su mayoría personas ancianas, con dificultad en sus movimientos pero con gran fe y devoción, verdaderamente era digno de ser vivido; en el Vía Crucis al que asistí en Madrid, pese a la avanzada edad de la mayoría de los asistentes, había un grupo de niños que le daba un aire especial. Las distintas estaciones eran comentadas con lecturas relacionadas con la situación económica, política y social actual, todo ello acompañado con canciones que un joven a la guitarra nos entonaba.

Tres Vía Crucis en lugares diferentes con distintas personas pero con algo en común, el mensaje es el mismo: que Dios es perdón y misericordia, eso es lo importante.

Recuerdo siempre la Semana Santa vivida en mi pueblo, donde el Viernes Santo, por la mañana a las 11, se celebraba, espero se siga celebrando, el Vía Crucis por las calles del pueblo, un Vía Crucis sencillo lleno fervor y devoción popular, por ello, siempre que puedo y allí donde estoy, el Viernes Santo acudo al Vía Crucis, me transmite una paz especial.

Este año, en la medida que mis ocupaciones y obligaciones me lo han permitido, he tratado de vivir la Semana Santa en su sentido más espiritual.

El Jueves Santo por la mañana, cuando iba camino de Madrid, el amigo Miguel A. Villalba, sabedor de mi amor por todo lo zamorano, me enviaba vía wahtsapp la intervención en directo del periodista señor Jaramilllo en el atrio de la catedral de Zamora en la tarde noche del miércoles santo, en la toma del juramento del silencio del Santo Cristo de las Injurias y el Viernes Santo me enviaba el miserere; gracias, Miguel Ángel.

Mi amigo Santiago Cordero, el Sábado Santo a primera hora de la tarde, desde Benavente, me enviaba unas fotografías de la imagen de Nuestra Señora de La Piedad, cofradía de la cual es mayordomo; gracias, Santiago.

El mismo Sábado Santo por la noche el amigo Andrés García, semanasantero zamorano, desde Zamora capital, me enviaba una imagen de la Virgen Dolorosa, y agregaba "Nos ha llovido"; en su nota se podía apreciar el dolor de la lluvia en la última procesión grande de la Semana Santa zamorana. Gracias, Andrés.

Queridos lectores de La Opinión- El Correo de Zamora, aunque por razones personales los días principales de la Semana Santa he estado fuera de nuestra querida provincia de Zamora, he tratado de vivir la misma como si hubiera estado por nuestra querida tierra, al estar informado, en todo momento, de lo que por ella acaecía gracias a buenos amigos que saben bien de mi amor por nuestra provincia.

¡Feliz Pascua de Resurrección! para todos. Aleluya. Resucitó, resucitó, aleluya. Cristo vive.

Zamora está viva, antes, durante y después de nuestra querida Semana Santa, mantener viva a Zamora es tarea que nos incumbe a todos los zamoranos, en todo momento, durante y especialmente después de la Semana Santa.

Pedro Bécares de Lera

(Valladolid)