Y tanto que lo son. Sabido es que los frutos secos son uno de los alimentos más completos, energéticos y ricos en minerales y nutrientes como la vitamina A, la E, vitaminas del grupo B, ácidos grasos omega 3, además de minerales como el zinc, calcio, fósforo, magnesio, cobre, hierro. Es importante su contenido en fibra, oligoelementos y antioxidantes y poseen una composición única que los sitúa en uno de los niveles más altos en la alimentación saludable y preventiva de enfermedades cardiovasculares y todas las relacionadas con el deterioro de la edad. Es verdad que aportan energía pero nunca grasa de la considerada insana.

Los frutos secos han tenido mala prensa a causa de aquella vieja creencia que los relacionaba con el peso. Se decía que su ingesta engordaba. Nada más incierto. Las propiedades y compuestos alimenticios de los frutos secos, los convierten en herramientas muy valiosas para la nutrición. Mi buena madre y yo, tras el almuerzo, tomamos cada una de tres a cuatro nueces diarias, y así durante las cuatro estaciones del año. Debo decir con franqueza que se notan sus beneficios. Ya lo creo que se notan. Apuntalando todo lo que digo, aunque con otro fruto seco, el pistacho, que también forma parte de mi dieta, está la campaña de la American Heart Association. En la misma, se asegura que tomar unos 30 gramos diarios de pistachos, además de no engordar, ayuda a reducir el riesgo de sufrir enfermedades del corazón.

Este fruto en concreto, al que llevo "apuntada" junto a las nueces, desde hace unos cuantos años, proporciona grandes beneficios que van desde reducir la incidencia de la diabetes hasta rejuvenecer la piel. Y, al parecer, está científicamente demostrado. Ríase usted de ungüentos y de las famosas pildoritas de la doctora Asland. Para la piel, con permiso de la doctora Maite Bordel, nada como lo natural y en este caso, la ingesta de 49 pistachos diarios, los treinta gramos a los que antes aludía. No son la panacea, pero contribuyen a proporcionar múltiples beneficios que no se deben pasar por alto y conviene recordar. Sobre todo a aquellas personas amantes de lo natural. Si ya añado que los pistachos mejoran la vida sexual, la función orgásmica y el deseo sexual, me veo mañana a media Zamora a dieta de pistachos. Conviene no pasarse. Tampoco es de hoy para mañana la cosa. Hay que darle una continuidad para que los beneficios surtan efecto. Es verdad que se puede empezar hoy mejor que mañana. Porque, además, hay que plantar cara al colesterol malo y el pistacho se apunta el primero. Y si para rematar digo que los pistachos ayudan a controlar el peso y reducen la tendencia a la obesidad, gracias a su perfil rico en fibra y de efecto saciante y prolongado, tengo para mí que el pistacho se va a convertir, de ahora en adelante, en el rey de la mesa.