España es uno de los países con más abogados "per capita". A los españoles nos encanta pleitear, aunque perdamos. Las noticias sobre "tribunales" llenan las páginas de los periódicos, los noticiarios de la radio, los programas de la tele. No habrá mucha investigación científica, pero aquí los "investigados" por los fiscales se nos hacen famosos antes de llegar a juicio. La Guardia Civil o la Policía Científica "investigan" más que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Ahora se han puesto de moda los anuncios de bufetes de abogados para sacar perras a las tropelías de algunas empresas. La práctica es de dudosa ética profesional, por aquello del "pacto de litis" (repartirse los beneficios que resulten de las sentencias judiciales), pero eso era en el Derecho Romano. Ahora somos como los norteamericanos.

Obsérvese que casi todos los líderes políticos son licenciados en Derecho. Los que proceden de otras carreras procuran disimularlo. Recuerdo a Rodolfo Martín Villa, al decir "soy el ingeniero que más Derecho sabe en España". Lógico, su trabajosa e inacabable carrera política sacó mucho partido a las triquiñuelas legales. El político que no las domine está perdido.

En las tertulias de la tele los abogados son los que más brillan, pues al final se trata siempre de un asunto de leyes, reglamentos o juzgados. No digamos si hay que interpretar lo que dice la Constitución. Por cierto, todos sus redactores fueron juristas.

No es solo una cuestión de la hegemonía de los abogados. Resulta que el pueblo español, incluso el poco instruido, sabe mucho de términos jurídicos. Es la consecuencia de haber litigado tantas veces sobre herencias, desahucios, despidos, préstamos y demás conflictos. Incluso se emplean latinajos en la conversación corriente como si tal cosa.

La carrera de moda es "Derecho y Económicas" o "Empresariales". La inventaron los jesuitas de Deusto y ahora es la panacea para encontrar un trabajo. La razón es práctica: casi todos los asuntos de contratos y de juzgados acaban siendo de dinero. Un economista que no sepa algo de Derecho está perdido. Y lo mismo un abogado que no haya transitado un poco por la Economía. La palabra "interés" es común a las dos disciplinas.

La crisis económica ha afectado a muchas grandes empresas o de cualquier tamaño. Pero se han librado los despachos colectivos de abogados, que pueden emplear a cientos de ellos. En todo el mundo es así, y también en España. Los bufetes todos se dicen de "abogados" en plural. Da más lustre.

Hoy día está muy superado la visión que teníamos del abogado como un profesional que interviene únicamente en los juicios. Todos tenemos en mente que hay que contar para cualquier cosa con el asesoramiento de un abogado, ya sea en la negociación de un contrato, la preparación de un testamento, capitulaciones matrimoniales, podemos decir que el abogado es un técnico polivalente.

El abogado está sujeto en su actuación profesional a un estricto Código Deontológico, de cuya actuación debe responder y rendir cuentas ante su Colegio Profesional, al que debe pertenecer por mandato legal y sus tarifas deben ser reguladas y verificables por el cliente ante de contratar sus servicios.

Los abogados deben estar cubiertos por obligación legal lo mismo que los demás profesionales (arquitectos, médicos etc.) con un seguro de responsabilidad civil que nos garantice que resarcirá en los daños y perjuicios que pueda sufrir el cliente como consecuencia de un error, negligencia o mala práctica en su actuación profesional.