Tan tradicional como la Semana Santa zamorana son los pregones que de la celebración se hacen tanto en la capital y en la provincia como en distintos puntos del país, empezando por la capital de España. Piezas oratorias entrañables y sentimentales en las que el pregonero -alguien que vive y conoce de manera larga y profunda, por dentro y por fuera, los actos y procesiones- aúna recuerdos y vivencias personales de otros tiempos para desembocar en una visión emotiva de lo que supone y debe suponer para Zamora este gran culto colectivo semanasantero en la época actual y en las venideras.

Han sido numerosos, como todos los años, los pregones que como llamada e invitación a la participación de los zamoranos de casa y de la diáspora se han hecho en los días previos y en el mismo comienzo de la Semana Santa, marcados en todos los casos por una indudable calidad. A los que seguirá el juramento del Silencio, la ofrenda de la ciudad, en la que esta vez se va a registrar una novedad importante y acertada, que aunque en principio sirvió de base a una interesada polémica política, ha sido aceptada y respetada, empezando por el propio obispo de la diócesis: el juramento no será pronunciado por el alcalde de Zamora sino por un zamorano elegido por la cofradía -Luis Jaramillo, este año- algo que pone a cada cual en su sitio y que da mayor dimensión a tan solemne y singular acto.

Las autoridades locales o sus representaciones seguirán asistiendo a las procesiones, pero esto, como la ausencia del alcalde por decisión personal de acuerdo con sus creencias o no creencias, no es más que mera anécdota. También han acudido los políticos, siempre que ha sido posible, a acompañar a los pregoneros, aunque más de uno se pregunte qué hacen allí salvo salir en la foto. Tradiciones, sí, pero que hay que ir sacudiendo poco a poco, como ha hecho el alcalde con el juramento del Silencio. Y si acuden a título personal, debieran sentarse al lado de la gente, no en la presidencia. Al margen de ello ha habido este año dos pregones, el que ha abierto la Semana Santa en la capital, y el de la Casa de Zamora en Valladolid, que han llamado la atención por sus contenidos, por lo que ha habido en ellos de toma de conciencia con la realidad más allá de sentimientos y palabras. El de Zamora, pronunciado por el veterano Luis Felipe Delgado, y el de la ciudad del Pisuerga por el arquitecto Paco Somoza.

Ha dicho Luis Felipe que el paro y la despoblación son los viacrucis de la provincia y que, excepto en estas fechas, Zamora no puede estar arrodillada, y que el mañana, si es preciso, hay que arrancárselo a quienes lo tienen y no lo sueltan. Que el silencio no sea conformidad, que la aceptación no sea resignación, que no se admita que muchos no quieran cambiar nada, han sido frases de Paco Somoza en la capital del Pisuerga. El lirismo con la épica como trasfondo. Ahí quedan los mensajes, en una tierra que clama desarrollo y progreso pero que sigue anclada en el mayor inmovilismo, como las urnas y los hechos demuestran una y otra vez. Por suerte, y precisamente, lo que tiene asegurado el porvenir es su Semana Santa, que cada año va a más y mejor.