Según Wikipedia, las diputaciones provinciales son las instituciones a las que corresponde, con este y otro nombre, desde 1836, el Gobierno y la Administración autónoma de las provincias.

En 1812 las Cortes de Cádiz dictaminan que, en cada provincia, habrá una Diputación. Su instrucción no entró en vigor porque Fernando VII derogó la ley. No obstante, un grupo de zamoranos de la capital y provincia reunidos en casa de José María Pintón el día 10-10-1813 crean el organismo, según la Constitución de Cádiz. Ya ha celebrado su segundo centenario.

El 12-5-1814 los realistas disuelven las diputaciones. El 17 de abril de 1820, en el Trienio Liberal, se restablecen y se nombra presidente a Joaquín Gómez de Liaño. La institución durará hasta el 21-03-1823, con la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis.

En 1833 Javier de Burgos establece la actual división de provincias. Durante la Regencia de María Cristina, en el Estatuto Real, se aprueban de nuevo las diputaciones. En Zamora se forma el 15 de enero de 1838. Antonio Villaralbo y Fría fue el primer presidente de la época actual.

En todas las capitales provinciales se construyen magníficos edificios para consolidarla. El de la calle Ramos Carrión fue concebido en 1867, en una auténtica Diputación. El actual se encuentra en el Hospital de la Encarnación (edificio de 1629 ).

Aparte de las gestiones de cooperación, coordinación, asesoramiento, bomberos, centros médicos rurales, etc., con las entidades locales, el principal cometido de las diputaciones es el reparto de las cantidades asignadas procedentes de los impuestos, el plan provincial de cooperación a las obras y servicios de competencia municipal.

Estas cantidades recibidas son repartidas por la Diputación con criterios políticos. Un organismo asambleario, con todo un montaje administrativo, para la gestión de un capital que va a financiar unos problemas eminentemente técnicos.

Los planes de obras de la Diputación corresponden a un baremo de necesidades seleccionadas con un criterio, fundamentalmente técnico.

De manera que la existencia de un aparato asambleario-político es, evidentemente, superfluo. He leído que suprimiéndolas, al menos, se ahorrarían 10.000 millones de euros. El montaje administrativo puede reducirse cuantiosamente. Es necesario realizar la inversión en obras que cubran las necesidades de los pueblos, asesoramientos legales y demás funciones desde donde se determine.

Sin embargo, la provincia de Zamora, si está algo cohesionada, es por la Diputación. Si esta se suprimiera se produciría un gravísimo problema estructural en nuestra provincia.

Las comunicaciones, actuales telemáticas, infraestructurales y de transporte permiten y obligan a una reestructuración de todo el sistema administrativo.

Los servicios administrativos estatales y autonómicos parecen desligarse, cada día más, de nuestra provincia y apuntan, consecuentemente, a su desaparición. Se deduce que el espíritu de la provincia está en manos de la Diputación. Su desaparición pondría a nuestra provincia en grave riesgo.

Su único modo de permanencia es transformarla de cámara política a centro técnico con los mismos servicios.

Fernando Chacón Antón (Zamora)