El Gobierno español está en funciones. ¿Quién lo desfuncionará? El desfuncionador que lo desfuncionare buen desfuncionador será. O sea, como aquel trabalenguas, en el que el arzobispo de Constantinopla se quería desarzobispoconstantinopolitanizar, pero no encontraba ningún desarzobispoconstantinopolitanizador que lo desarzobispoconstantinopolitanizare. De momento, no se ha hallado desfuncionador. Y la cosa parece ir para largo, aunque todos digan que están abiertos al diálogo y que no desean nuevas elecciones. Por lo pronto, el rey ya no ha encargado a nadie la investidura. Que se pongan antes de acuerdo. Y después, ya veremos. Por ahora, parece que no habrá "después" porque el personal continúa enrocado y trazando líneas rojas a su alrededor. O se hace lo que yo digo, o no juego. Y, además, os quito el balón y os toca dar patadas a una pelota de trapo atada con cuerdas de alpaca.

Ante este panorama, el Gobierno, con don Mariano a la cabeza, sigue tan ricamente en funciones. Pero, ¿en qué funciones? Como si estuviera recién nombrado, unas veces toma decisiones comprometidas, y otras se lava las manos, silba, mira al tendido y repite eso de "verdes las han segado". Un ejemplo de lo primero es el acuerdo de prorrogar por sesenta años la instalación de una papelera en la ría de Pontevedra, pese a las protestas de vecinos, autoridades locales y demás. La continuidad, por nada más y nada menos que doce lustros, de la celulosa de Ence le valió al señor Rajoy la declaración de persona "no grata" en su Pontevedra del alma. A mi juicio, esta medida fue absurda y una ofensa gratuita, pero, en cambio, contribuyó a dejar claro que un Gobierno en funciones no tiene por qué meterse en tamaños berenjenales y menos con una ampliación tan duradera... salvo que haya razones que se nos escapan a los simples mortales. Y ustedes ya me entienden.

Sin embargo, hace un par de días nos enteramos de que el Gobierno y el PP piensan que Rajoy no tiene por qué someterse al control de los diputados al estar en funciones. Es decir, que no piensa ir al Congreso a dar cuentas de nada. Ni él ni sus ministros. ¿Razones? El secretario de Estado para las Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, lo bordó al comparar la petición de que comparezca Mariano Rajoy en el Parlamento con una convocatoria similar a Felipe González. ¡Hombre, a lo mejor don Ayllón ignora que Felipe González salió de la Moncloa hace 20 años! Alguien debería recordárselo. El caso es que don Mariano en funciones no quería dar cuenta a nadie (excepto a los suyos, claro) de temas tan espinosos y actuales como el inmoral acuerdo adoptado recientemente en Bruselas sobre los refugiados. Según las opiniones hechas públicas por los distintos grupos parlamentarios, una amplísima mayoría de la Cámara (227 de 350) está en contra de ese pacto inhumano que supone cerrar fronteras y reenviar a Turquía, como si fueran mercancías, a las pobres gentes que vienen huyendo de la guerra de Siria y de las matanzas que allí se perpetran. Por ello, Rajoy ha acabado por ceder y buscar el consenso con otros grupos antes de dar el sí próximo jueves en la reunión del Consejo Europeo. Y solo votará a favor si hay consenso. Menos mal que ha rectificado, pero no lo explicará aquí ante los representantes de la soberanía popular (o eso dicen), para que nos enteremos todos y no solo los líderes de los partidos. Es que estamos en funciones. Pues, oiga, devuelvan parte de la paga ya que solo pueden dedicarse a unas cosas pero no a todas.

Las palabras del señor Ayllón, portavoz, en este caso, de Gobierno y PP, adquieren una especial gravedad cuando da a entender claramente que si hay enfrentamiento o posible choque de competencias entre Gobierno y Congreso que lo resuelvan los tribunales. A ver, a ver, que estos chicos están saltándose a la torera la inmutable e intocable teoría de la división de poderes de Montesquieu. Siempre creímos que había Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Y que eran, teóricamente, eh, teóricamente, independientes y así. Ahora, en España y en el siglo XXI, resulta que el Ejecutivo no rinde cuentas al Legislativo y el conflicto tiene que resolverlo el Judicial. Dicho de otra manera: los jueces son los únicos que pueden controlar al Ejecutivo porque este está en funciones. Ni el que asó la manteca. ¿Y, entonces, para qué elegimos el 20D a los diputados? Desde el Senado, ya ve usted, no le piden nada a don Mariano. Como el PP tiene mayoría absoluta, pues eso.

De modo que contamos con un Gobierno en funciones que funciona como los intermitentes, o, según venga el aire, como las veletas, los molinillos y las cometas. Así que, ante determinadas circunstancias, cabe preguntarse: ¿hay alguien ahí?