El ajetreo de la vida cotidiana impide, en muchas ocasiones, que podamos analizar la actualidad con calma y mesura. Esta semana, por ejemplo, me han llamado la atención tres noticias que, a simple vista, eran positivas y que indicaban que en Zamora podíamos estar satisfechos; a saber: los viajeros que utilizan el tren pasan de 170 a 400 diarios con la llegada del AVE, la Diputación retoma el apoyo a la natalidad con ayudas de 1.000 euros y el VI Programa de Formación para el Empleo, que promueve el Ayuntamiento de la capital, ofrece 221 plazas para jóvenes en trece cursos. En principio, las tres noticias son fantásticas y cualquier zamorano debería estar exultante al comprobar que cada vez utilizamos más el tren, que se apoya la llegada de nuevos retoños a nuestra provincia y que la formación de los jóvenes sin empleo sigue siendo una prioridad. Los peros y las contradicciones son, sin embargo, muy visibles. Veamos.

El aumento de viajeros que utilizan el tren es una tendencia que viene de algunos años atrás: en 2011 hubo entre Zamora y Madrid 18.000 usuarios, mientras en 2015 fueron 68.000, con lo que el incremento en esos años, sin AVE, ha sido del 73,5%. Por su parte, el número de viajeros con la puesta en marcha del AVE se ha incrementado un 57,5%, que con ser una cifra significativa es inferior a la registrada desde 2011. Por tanto, está bien alegrarse del efecto AVE siempre que no olvidemos que la utilización del tren por parte de los viajeros de Zamora ha crecido de manera visible y sostenida desde 2011. Y algo similar puede suceder con las ayudas a la natalidad que desde 2008 ha impulsado la Diputación en los pueblos de Zamora: si no se compara el efecto de las mismas durante estos años podemos deducir que son útiles y que están dando sus frutos; sin embargo, los resultados no pueden ser más negativos: desde esa fecha, la natalidad en Zamora, lejos de incrementarse, ha descendido un 18%.

Y la oferta formativa de 221 plazas para jóvenes en trece cursos, que impulsa el Ayuntamiento de la capital, con ser una medida bienintencionada, pone sobre la mesa otra de las contradicciones de las administraciones públicas: en muchos casos ofertan los mismos recursos y hacen las mismas cosas. En este caso, me consta que la oferta de cursos de formación se hace también desde los Servicios de Empleo Públicos, en colaboración con las organizaciones empresariales y sindicales. Pues bien, lo lógico sería que la oferta formativa de apoyo a los jóvenes sin empleo se canalizara y coordinara desde una sola Administración, agencia o entidad, pues no está bien duplicar recursos, tiempos y energías. Esta idea, que no es nueva, ya la propusimos algunos en el año 2009 cuando realizamos el estudio prospectivo en materia de empleo y formación en el municipio de Zamora. Por tanto, no estaría mal recuperar ese documento e impulsar algunas de las medidas que en él se contemplaban. Ganaríamos todos.