A la corrupción, después de todo lo que se ha destapado en ese cajón de sastre infecto que es la Comunidad Valenciana, a través de un gran pacto, pero también urgen soluciones a la violencia, la que se perpetra contra las mujeres y la que se consuma contra los niños, siempre indefensos, siempre vulnerables, sobre todo cuando son bebés. Porque ni los bebés se escapan a la vesania feroz de tantos depredadores como se esconden, cuántas veces, en la más normal de las apariencias. Pero, ¿quién es normal hoy en día? Donde menos te lo esperas salta la liebre. De la violencia, como vemos una semana sí y otra también, y de la corrupción que no solo pasa por llevarse cruda la pasta. Pasa también por el tráfico de influencias, la prevaricación, el amiguismo, sobornos, revelación de secretos. Y tanta culpa tiene el que recibe, ¡ojo!, como el que da y no denuncia.

Alicia ha fallecido. Así se llamaba la menor de 17 meses que fue arrojada por una ventana o defenestrada a una altura de cuatro metros, por quien estaba abusando sexualmente de la pequeñina, la pareja de su madre, una joven brasileña de 18 años que pilló in fraganti al pedófilo, un varón andaluz de 30 años, profesor de música. A renglón seguido se desencadenó una pelea, el hombre agredió a madre e hija y concluyó su hazaña realizando la salvajada que a todos nos ha conmovido, que a todos nos ha puesto el vello de punta, que a todos nos ha perturbado.

La chiquitina llevaba casi 48 horas en la unidad de cuidados intensivos de Pediatría y, a pesar de los cuidados médicos, no pudo sobreponerse a la salvaje agresión de que fue objeto. En el parte médico final figura que ha fallecido por "hipertensión intracraneal". En realidad, todos sabemos por qué ha sido, quién la ha provocado y por qué no se puede pasar por alto este nuevo episodio de maltrato infantil, pase este por la violencia ejercida contra la niña, defenestrándola, o por el propio abuso sexual que es la peor de las violencias que puede ejercerse contra una criaturita indefensa.

Menos repartirse el poder, menos pensar en los emolumentos que se van a recibir, menos protestar por la colocación en la Cámara Baja y más luchar por todo aquello que se dijo, indudablemente con la boca pequeña, visto lo visto: por los derechos de los ciudadanos, contra la desigualdad, contra todas las lacras que afectan a la sociedad española, fundamentalmente por erradicar la violencia que se ejerce contra mujeres y niños. Incluida la del acoso escolar que se ha llevado por delante la vida de muchos niños que, por lo menos, han podido expresarlo de viva voz o a través de una carta que no deja lugar a dudas. ¿Cuándo se acabará con este estado de cosas? Hay que endurecer las penas para quienes no se andan con miramientos a la hora de violar o sodomizar a niñas y niños o de maltratar, tanto física como psicológicamente a una mujer. Yo también estoy consternada. Los minutos de silencio y las concentraciones ya no me valen. Son, a todas luces, insuficientes. Urgen soluciones y más contundencia.