El de la caspa que ahora es casta pura y dura, se ha destapado como lo que es, una persona arrogante, sexista, sectaria y despreciativa. Lo puso como nunca de manifiesto en la rueda de prensa posterior a su encuentro con el rey Felipe VI. La periodista Ana Romero, que será adjunta a Pedro Jota Ramírez en El Español, preguntó a Pablo Iglesias algo que no debió sentar nada bien al político de izquierda radical y orientación leninista-bolivariana. Como este chico de la nueva progresía patria no entiende de sutilezas ni de elegancias, comenzó su respuesta, en lugar de hacerlo de forma inteligente, aludiendo al abrigo de la periodista en estos términos: "Muchísimas gracias por la pregunta; ¡precioso abrigo de pieles el que trae usted!". Y se quedó tan oreado.

En un primer momento Ana Romero, puede que sorprendida, no reaccionó como correspondía, dirigiéndose a Iglesias con educación, alguien tiene que hacer gala. Con posterioridad se ha despachado a gusto, recordando que al líder podemita le ha sentado mal que en su pregunta se refiriera a lo que puede ser el futuro gobierno de España, "una coalición de perdedores". Hay que obligar urgentemente a Pablo Iglesias a pedir perdón, a que se disculpe con Ana, como se ha disculpado la Villalobos con lo de las rastas y los piojos, también de lo más desafortunado. Pero es que si eso lo hace el líder de cualquier otra formación, Iglesias y los suyos habrían pedido que fuera arrojado directamente a los leones.

No se entiende que salvo excepciones, entre las que me encuentro, el gremio de periodistas en número femenino y plural no haya actuado con la contundencia que cabía esperar ante semejante respuesta sectaria. Como no se entiende que las feministas españolas, en letargo desde hace tiempo, permanezcan calladas con un silencio cómplice. A no ser, claro, que como Ana Romero no es una periodista de izquierdas, no convenga salir en su defensa. Todo es posible en esta España que unos cuantos están tejiendo con frágiles hilos en los que mezclan los colores de la confrontación, el totalitarismo (precisamente Iglesias está dejando entrever sus tics totalitarios con excesiva frecuencia), el sexismo, el clasismo y el sectarismo.

Qué poca cintura ha demostrado tener este chico al que poco a poco se le está viendo el plumero. ¿Qué pasa, que solo contesta aquellas preguntas como las de ciertos amigos suyos en distintos medios de comunicación, fundamentalmente La Sexta, que se las ponen a huevo para que se luzca? ¡Venga ya! Así se las ponían a Fernando VII, mal que le pese. De lo que en verdad Iglesias debería estar preocupado es de no desmentir tanto a la hemeroteca que cada dos por tres le está dejando con el culo al aire. Ya ve usted, aseguró con rotundidad y firmeza que no, que no entraría en ningún gobierno presidido por el Partido Socialista y no solo ha exigido ser vicepresidente en un "gobierno de cambio" con PSOE e IU, es que le ha proporcionado, es un decir, las distintas carteras a Sánchez, con sus titulares. Iglesias no deja de sorprender. Desgraciadamente, casi siempre para mal.