Hola tío: ¿Cómo estás en el cielo? En tu nueva casa maravillosa donde resplandecerás siempre tu alma, estoy seguro de que abras visto alumnos que estudiaron en el instituto que tú fundaste. Tu madre Rosario habrá ido a tu encuentro que tanto la quisiste, te dijo que fueses un buen sacerdote, creo que nadie tendrá ninguna queja de ti, te has entregado a los demás en cuerpo y alma, en la tierra te han conocido muchísimas personas y habrán visto en ti que fuiste una persona muy sencilla y a lo largo del tiempo Dios te iba dado fuerzas para llevar el mensaje y que conocieran el amor de Dios a través de tu testimonio de vida, tus huellas nunca se perderán, lo bueno siempre queda, Dios te ha dado tu recompensa que era reunirte para siempre con él, un día en el cielo. Has entendido lo que Dios te iba diciendo y darlo a nosotros, has ayudado a muchas personas que lo necesitaban, has dejado luces a lo largo de tu vida, sobre todo en Muga. Estoy seguro de que vendrán a verte a tu casica del cielo personas que siempre te han querido, pero nunca estarás solo, Dios es parte de tu vida para siempre, nunca te dejo solo, nunca te abandono. Sabes tío, siempre me has enseñado cosas buenas que las llevo dentro de mi corazón, ¿qué puedo decir de ti? Que siempre me has ayudado, sobre todo cuando iba a tu cuarto para mí era mi gran confesionario te lo contaba todo y duraban mucho tiempo dándome siempre esperanzas, casi siempre caían de mis ojos lagrimas porque te veía como un santo bajado del cielo, me transmitías el cariño que Dios te iba dando no solo a mí, sino a tus feligreses de Muga que siempre te han querido. Tenías muchas inquietudes, porque veía en ti, cosas grandes y me entendías a la perfección, dándome tus buenos consejos, solo tengo cosas buenas para decirte y agradecerte, que en esos años que he estado en Muga, me he sentido muy cerca de Dios y en cierta medida tú me has ayudado para que mi corazón estuviese más cerca de Dios, estos milagricos lo ha hecho Dios a través de ti. Se cuenta que dormías en la habitación de las calderas del instituto una temporada, me decías que el trabajo que yo desempeñaba hacia los chicos del instituto solo podía hacerlo yo, por eso querías que perteneciera a la asociación, pero no pudo ser. Pero Dios me ha dado su cariño que lo conservaré siempre hasta que muera. Hasta pronto tío, cuando muera quiero estar al lado tuyo. Un abrazo muy fuerte de tu sobrino Juamba, como me solían llamarme en el pueblo. Háblale a Dios de mí. Como tú ya sabes, me hubiera gustado vivir al lado tuyo, pero no ha podido ser, Dios sabrá porque. Un día en el cielo se sabrá todo ¿no crees tío? Un saludo muy cariñoso de tu sobrino que siempre te he querido y siempre te querrá, te quiero; Juamba.

Juan Bautista Vidal-Abarca Gutiérrez