Crear logos, hashtag o minutos de gloria es fácil, lo difícil es creernos lo que dicen algunos de ellos. Estamos en campaña y para algunos políticos solo hay una guía, captar votos. No importa cómo, no importan las medias verdades ni las mentiras completas. Son políticos profesionales.

Los que han estado gobernando en un momento u otro, ahora, en sus programas, nos quieren vender que van a hacer lo que no hicieron antes; otros, van cambiando su discurso en función de los aires que soplan, abandonando responsabilidades solicitadas a los ciudadanos y que ahora piden cambiarlas por otras. Unos y otros convierten la política en un circo mediático.

Los ciudadanos no somos niños a los que se puede engañar con un caramelo, los del medio rural tampoco. Estamos cansados de que quienes visitan nuestros pueblos pronunciando frases redondas, pero vacías, se crean que pensamos que por pasar por aquí en una o en dos ocasiones se acuerdan de nosotros cuando vuelven a Madrid (o a Valladolid).

En los últimos 7 años, España, Castilla y León y Zamora pierden población: 1.638.405, 48.301 y 13.227, respectivamente en términos globales, que son muchas personas. Pero lo más sangrante no son los términos globales, sino lo que esconden esas cifras cuando se hace un pequeño estudio por edades. En estos últimos 7 años, hay 869.750 jóvenes menos en España entre 16 y 25 años, o 165.385 jóvenes menos entre 16 y 45 años en nuestra comunidad autónoma, 14.000 de ellos zamoranos. España se despuebla, Castilla y León se despuebla, Zamora pierde población. Quien gobierna dice ahora #mipueblonosecierra, pero las políticas realizadas conducen a que los pueblos se cierren: disminución o eliminación de servicios sanitarios, escuelas o transportes son una pequeña muestra de lo que no olvidamos, porque lo sufrimos, porque no nos hacemos una foto, grabamos un video o montamos una rueda de prensa en un municipio pequeño, porque vivimos en él.

En una entrevista hace poco me preguntaron "¿usted no es una política profesional?", evidentemente la respuesta fue "no" y, ahora añado, por muchos años. Tengo una profesión que me gusta, y un sentido de servicio público que es lo que me ha hecho estar donde estoy en este momento. Aunque la vida diera una vuelta más y acabara viviendo, temporalmente, de la política, sería siempre una amateur, aprendiendo constantemente y aportando mi trabajo para la defensa de aquello en lo que creo: la solidaridad, lo público y las personas.