Estuvo en Valladolid, hace muy pocos días, Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, y volvió a incidir en temas tan importantes como la fusión de los municipios, la desaparición de las diputaciones, y por lo que a la región se refiere en el grave problema que significa su despoblación. El joven político centrista demuestra una vez más y a todos los niveles estar en la onda, saber lo que la gente quiere o no quiere, coincidir con la mayoría en su percepción de la vida política y en su exigencia de cambio.

Que en Castilla y León haya casi 2.300 municipios es un hecho que, como ha sido siempre reconocido, hace muy difícil y muy cara sus sostenibilidad, y que el plan de ordenación territorial puesto en práctica por la Junta parece incapaz de solucionar. Ciudadanos, ante esta cruda realidad, dijo Rivera, no pretende desmontar los pueblos sino garantizar a través de las uniones administrativas el cumplimiento de sus servicios para evitar las dificultades y estrecheces económicas que sufren los ayuntamientos. Es algo en lo que están de acuerdo casi todos los expertos pero que choca siempre de plano con un localismo enfervorizado y la preferencia de ser cabeza de ratón antes que cola de león. Pero más pronto o más tarde, con un Gobierno o con otro, a una solución por el estilo tendrá que llegarse pues el problema afecta a toda España, con sus 8.122 municipios, una configuración obsoleta y chirriante, única en Europa, y sostenida contra viento y marea por cuanto significa un gran vivero clientelar para los partidos en el poder.

Exactamente lo mismo que las diputaciones provinciales, cuya desaparición sería el segundo paso, una vez producidas las fusiones de municipios, de Ciudadanos. Se une Rivera con esta propuesta al PSOE, lo que resulta esperanzador de cara a un futuro no lejano, y a prácticamente casi todos los grupos, con la excepción, naturalmente, del PP, tan aferrado a los viejos usos caciquiles y oligárquicos con los que tan bien les va. O sea, que el partido de centro se compromete a cargarse el Senado -un duro golpe para la cohesión, según un senador zamorano, aunque más bien sería un duro golpe para los senadores-, las diputaciones y se entiende que el resto de los innecesarios organismos, duplicados en las autonomías, cuya única función es servir de cementerio de elefantes, con nada de trabajo y mucho sueldo, a políticos desgastados. Rivera recordó además que sus cargos, los de las diputaciones, no se eligen directamente por los electores, que son un cobijo de personal de libre elección, y que son instituciones sin control democrático ni transparencia, algo que no gusta en Ciudadanos y contra lo que luchan.

Otro asunto del que habló el candidato centrista a la presidencia del Gobierno es el grave problema de la despoblación de Castilla y León, para lo cual es necesario como primera condición crear empleo, pues si no hay trabajo la gente se va. Ciudadanos no ve otra solución que promover la instalación de empresas, apuntando hacia los sectores energéticos, incluido el nuclear. Lo que viene a decir Rivera es que los poderes políticos más que forzar puestos de trabajo con dinero público tienen que generar las condiciones idóneas para que los empresarios puedan crear empleo digno y seguro que evite la diáspora.