Lo ocurrido en las elecciones de Portugal el pasado domingo puede ser, fácilmente y con algunas variantes, lo que suceda en España el 20 de diciembre: una victoria de la derecha, inequívoca pero sin mayoría absoluta, aunque puede que finalmente le permita seguir gobernando, si encuentra a quien apoye la investidura de Passos Coelho. Solo que ese Gobierno carecería de la solidez necesaria, por lo que parece previsible que en el plazo de meses tuvieran los lusos que volver a llamar a las urnas.

Aquí también se da como casi seguro que volverá a ganar el PP, que maneja los recursos del poder, pero que ese triunfo, mucho más lejano aún de la mayoría absoluta que en el vecino país, de poco le valdrá si no logra formar una coalición de gobierno, con lo cual su duración sería muy limitada pues la oposición mayoritaria -aunque Ciudadanos apoyase la investidura de Rajoy- acabaría imponiéndose en un momento o en otro. Los de Albert Rivera se han crecido mucho tras las elecciones de Cataluña y sueñan ahora incluso con desbancar al PP de su hegemonía, algo muy difícil de conseguir. Pero los de Rajoy han vuelto a poner en marcha una campaña contra Ciudadanos al que califican de partido de centro- izquierda, dispuesto a pactar o colaborar en sus políticas con el PSOE y hasta con Podemos. Una campaña muy burda pero es que ya casi no les quedan bazas por jugar, aunque la esperanza sea lo último que se pierde. Realmente, los resultados de Portugal deben haber sido un alivio para los conservadores, deprimidos por el fracaso catalán, que acaban de comprobar cómo pese a la intervención europea en Portugal y sus medidas de austeridad, más duras incluso que las de Rajoy, han sido los más votados por encima de los socialistas, la otra opción que partía con grandes posibilidades. Las coincidencias son muchas en estos últimos cuatro años y aunque el futuro del país vecino se presente de lo más incierto, no deja de ser una referencia a tener en cuenta. La derecha portuguesa se encontró hace cuatro años con un país deshecho, aunque no tanto como el que encontró Rajoy tras el paso arrasador del nefasto Zapatero, y no obstante las condiciones derivadas de la crisis ha podido sacar la cabeza, pagar el rescate europeo y encarar de nuevo la situación. Así que en ese espejo puede que se mire ahora el PP, a expensas de lo que pueda ocurrir en las próximas fechas en Portugal donde la coalición de centroderecha pese a haber ganado las elecciones se encuentra ahora mismo en la cuerda floja y expuesta a cualquier cosa. Por su parte, Costa, el líder de los socialistas, que han quedado cuatro puntos por debajo, de entrada no rechaza la investidura del presidente Passos Coelho, y en todo caso no contribuirá a una mayoría de bloqueo si no está en condiciones de proponer una alternativa de gobierno. Y aquí puede estar el quid de la cuestión, porque la potencial amenaza existe. En Portugal hay una versión de Podemos, situada en tercer lugar y que dispone de 19 representante, a los que cabría añadir los del PC y Verdes y los del PSD, el partido socialdemócrata. En total, más escaños que la derecha ganadora, lo que conformaría una mayoría absoluta. Pero los socialistas portugueses no quieren gobernar con la izquierda radical.