Solo horas después de conocerse el resultado de las elecciones de Cataluña comenzaba a despejarse un poco el panorama pero era para ofrecer una imagen aún más confusa y negra que la perfilada en los comicios que acababan de celebrarse, hasta el punto de que un par de días más tarde se empieza a barajar la posibilidad de que en dos meses tuviesen que convocar nuevas elecciones si los ganadores de Convergencia y Ezquerra, la coalición de Juntos por el Sí, no consiguen apoyo para la investidura dado que aunque por poco no gozan de la mayoría absoluta.

Como se preveía, el principal escollo surge con CUP la otra formación independentista, más radical y a la izquierda, que han aparecido siempre, desde la sombra, como sus teóricos aliados en caso de que fuese necesario, como las encuestas adelantaban que iba a ocurrir. Pero ya desde el primer momento, antes de ir a las urnas, este grupo adelantó que no apoyaría a Artur Mas por la presunta implicación de su partido en casos de corrupción. A lo que se une ahora, el estar imputado por el ilegal referendo catalán del año pasado. Y si en la euforia de los minutos siguientes a conocerse los resultados, ya los líderes separatistas habían anunciado que iban a continuar con el proceso de independencia, los de CUP no se unieron al concierto, esgrimiendo una razón de peso: las fuerzas de la secesión, con un 48 por ciento de los votos habían perdido el plebiscito, ante el 52 por ciento de votantes que habían expresado su deseo de seguir siendo españoles y catalanes, catalanes y españoles.

Desde Convergencia, el partido de Mas, se intenta convencer a los extremistas de CUP, que persisten en su determinación. Por el momento, pues puede que si finalmente se aceptase que el candidato para la investidura fuera otro: Romeva, el número uno de la forzada lista, o incluso Oriol Junqueras, el de Ezquerra, puede que al final se produjese el apoyo para conseguir la investidura. Aunque tengan menos votos han conseguido más escaños y los adalides de la soberanía no se desprenderán de sus bazas, dispuestos a jugarlas para conseguir sus fines desde el poder y desde los recursos de la Generalitat.

Otros intentos, de los que ya se habla, como una coalición de izquierdas no parece que puedan ser otra cosa que meras especulaciones voluntaristas. Unir a Ezquerra con los socialistas catalanes, con Podemos, con CUP parece misión imposible, y más con la elecciones generales a tres meses vista, lo que hará medir a todos sus posicionamientos. Así que habrá que esperar acontecimientos. Como hace Rajoy, por ejemplo, que convoca una rueda de prensa para seguir ofreciendo diálogo desde la legalidad, pero ahora sabiendo ya que la mayoría de Cataluña ni es separatista ni quiere separatismo. Del fracaso del PP en la región, ni la menor autocrítica como es costumbre. Ha tenido que volver a salir Aznar para decir que es un nuevo aviso, y que ya van cinco. Indudable es que la nueva debacle va a influir y mucho en lo que suceda en las generales, a las que llega Ciudadanos en la cresta de la ola y como el gran triunfador de las elecciones catalanas. Que esos resultados se puedan extrapolar a diciembre es otra historia, inquietante para el PP.