Corrían años de posguerra, había que mantener el orden en una España que salía de una guerra ganada por los militares y eran éstos los que tomaron el mando de las Administraciones públicas.

El teniente coronel Marcial Cirac Laiglesia fue alcalde de Zamora en los años posteriores al final de la guerra. Cuando fue reclamado por el Ejército para otro destino, hubo una Comisión Gestora nombrada desde Madrid, que encabezaba como alcalde don Gonzalo Rubio Sacristán.

En aquellos difíciles años no había elecciones municipales. Desde el Gobierno central eran nombrados los alcaldes y las corporaciones enteras. Francisco Pérez Lozao, que ya había sido alcalde accidental en años anteriores, fue nombrado regidor, junto con una nueva Corporación, a partir de enero de 1949. El señor Pérez Lozao no era militar; había sido profesor de Dibujo en el instituto Claudio Moyano, pero la situación en el país hacía que gobernara con una disciplina rígida, sobre todo con los empleados y de una manera más especial con el Cuerpo de la Guardia Municipal.

Por sus aficiones a las masas forestales, lo llamaban el "alcalde plantapinos". Hizo una importante reforestación del bosque de Valorio, creó un buen número de nuevos jardines en la ciudad, que visitaba casi diariamente para comprobar su estado.

En cuanto a su rígido temperamento, tuve ocasión de comprobar que impuso un arresto a un policía municipal porque no le saludó militarmente al pasar.

Hago este comentario de los alcaldes de otros tiempos ya que mi ingreso en la Guardia Municipal fue en enero de 1950 y hasta mi jubilación, en 1995 tuve una docena de alcaldes, siendo el primero de ellos Pérez Lozao y a éste le siguieron media docena de ellos, nombrados siempre por el Gobierno central, hasta que se promulgó la Constitución para que los alcaldes fueran elegidos democráticamente.