Lo que antes nos parecía lejano y propio del cine negro y las novelas "ad hoc", es ahora cercano y tan real como la vida misma. No en vano la realidad supera siempre a la ficción atrapada en el metraje de una película o en las páginas de un libro. Mafias y sicarios, que matan por un puñado de euros, habitan ya entre nosotros. Menos mal que la Policía española es de lo mejorcito no ya de Europa sino del mundo. No hay más que ver la cantidad de éxitos que se apuntan un día sí y otro también, cuando los casos más escabrosos y difíciles o más fáciles y sencillos se dan cita en las páginas de sucesos.

En La Cala de Mijas, en la provincia de Málaga, la Policía Nacional ha detenido a siete personas, siete, entre ellas dos menores de edad, que al parecer conformaban un "grupo de sicarios" afincado en Madrid que se habría desplazado a Málaga para acabar, presuntamente, con la vida de un empresario y sus dos escoltas a cambio de más de 30.000 euros por cada uno de ellos, es decir, unos 90.000 euros en total por estas tres personas. Da miedo solo de pensar lo poco que vale la vida de un ser humano. Como da miedo saber que algunos empresarios se ven obligados a llevar escoltas. Se aletarga ETA, que puso a los escoltas en primera línea de fuego junto a los destinatarios de sus disparos y sus bombas, y se activan los sicarios capacitados también para el secuestro y el vil asesinato en sus mil formas diferentes.

Parece ser que los detenidos iban a cumplir un encargo de cárteles colombianos y pretendían efectuar el crimen "siguiendo el método que utilizan normalmente en su país. Método que consiste en emplear menores de edad como "gatilleros" para aprovechar su inimputabilidad, y la utilización de motocicletas que les garantizan una rápida huida". Terrible y también imperdonable por la utilización de menores. Por ahí la Justicia española no puede ni debe pasar. A los menores hay que dejarlos crecer, como a los "pezqueñines" y no tratar de hacerlos adultos antes de tiempo, y más de esa forma tan perversa e indeseable.

El castigo para esos hijos de perra debe ser doblemente duro en todos los sentidos. La Justicia no se debe andar con reparos ni paños calientes. La Policía cumple, que la Justicia haga lo propio y nos quite de encima a tanto indeseable como se nos ha venido a España para cumplir órdenes mortales e inaugurar eso que llaman "oficina de cobro" y que no es otra cosa que una organización de sicarios al servicio de los cárteles colombianos de la droga y sobre los que la Policía española tuvo conocimiento en el año 2014. En España ya se puede matar por encargo siempre que se disponga de una cantidad determinada de dinero que alimente la avaricia de esta gentuza a la que se debería detener en la frontera, a su llegada a España, sin dejarlos montar la infraestructura de la muerte y el miedo que siembran por doquier. Su víctima era un importante empresario afincado en Marbella y los dos escoltas, tres posibles víctimas cuyo asesinato se ha visto frustrado por la brillante intervención de la Policía Nacional, pero que a los españoles nos ha dejado el miedo metido en el cuerpo. No es para menos.