Las imágenes de los refugiados sirios huyendo de su país y arriesgando sus vidas para llegar a la Unión Europea son sobrecogedoras. No valoraré aquí, por falta de espacio, los orígenes del problema y la posición que han mantenido algunos países, Gobiernos y ciudadanos europeos ante esta tragedia humana, que a la inmensa mayoría nos conmueve. Lo que hoy quiero compartir con ustedes es la siguiente reflexión: cuando se habla y discute de los cupos de refugiados que corresponden a cada país y la distribución posterior en los distintos territorios, los zamoranos deberíamos de ser los primeros en solicitar y recibir con los brazos abiertos no solo a unas decenas, sino incluso a varios cientos o miles de ellos.

Alguno pensará que si me he vuelto loco y que cómo vamos a recibir a tantos seres humanos en una provincia con infinidad de necesidades sin cubrir y cientos de problemas aún pendientes de resolver. Y aquí es donde quiero llegar, porque ya saben que uno de los problemas que tanto nos preocupa en estas tierras está relacionado con la pérdida de recursos humanos, la caída de la natalidad y el progresivo envejecimiento de la población. Los tres fenómenos están relacionados entre sí. Si perdemos población es porque el saldo entre los que nacen y mueren (crecimiento vegetativo) y los que salen y llegan a la provincia (saldo migratorio) es negativo, esto es, que aquí mueren más personas que nacen y, en los últimos años, hemos vuelto a ser una provincia más de emigrantes que de inmigrantes. Llegados a este punto, pensemos: si realmente fuera verdad que el problema de la despoblación es el más acuciante en Zamora, entonces fácilmente se podría solucionar. Bastaría con invertir las tendencias demográficas que he enumerado, facilitando la natalidad y recibiendo un mayor cupo de inmigrantes.

Los refugiados sirios que pudieran llegar a Zamora agrandarían el padrón municipal y, si estuvieran en edad de procrear, elevarían la natalidad. Y si los nacimientos se incrementan, entonces la estructura de la población, es decir, la pirámide de edades, sería más joven, con lo que el envejecimiento se estancaría e incluso podría retroceder. Como ven, habríamos invertido las tendencias negativas que, un año sí y otro también, nos anuncia el Instituto Nacional de Estadística. Ahora bien, siento defraudar al lector: la clave de nuestros problemas no está en lo que acabo de exponer, sino en la incapacidad histórica y estructural de la economía zamorana no solo para atraer población de otras latitudes, sino incluso para retener a los que han nacido aquí. Por consiguiente, déjense de cuentos chinos quienes insisten en que nuestro principal problema es la despoblación y vayan a la raíz de los problemas. Pero si insisten en sus ideas, entonces sean consecuentes y faciliten la llegada de cientos e incluso de miles de refugiado sirios: el panorama demográfico de estas tierras cambiará de un plumazo.