Una cosa es la cantidad y otra la calidad. En todo. Los mayores españoles ocupan en el ranking internacional de esperanza de vida un lugar de podio, el tercer puesto. Se ha llegado en cuanto a las expectativas de existencia a superar la barrera de los 80 años de edad -81 en los hombres, 83 en las mujeres- y en cuanto a vida saludable, sin enfermedad alguna, se ha alcanzado los 70 de media, cifra a partir de la cual la mayoría vive acompañada del pastillero y las pastillas. Pero la calidad de vida no acompaña, sin embargo, tan espectaculares resultados.

No solo eso, sino que se va a la baja, lo que parece muy preocupante, sobre todo teniendo en cuenta que diversos factores apuntan directamente al empeoramiento de la situación, sobre todo en territorios tan despoblados como Castilla y León, y Zamora más en concreto. El caso es que si hace un año ocupaba España el puesto 21 en esta clasificación, ahora ocupa el puesto 25, y eso gracias al lugar destacado en cuánto a esperanza de vida, porque en otros baremos de los que se utilizan para este "hit parade" del bienestar de los mayores se pierden muchos enteros. Estado de salud, entorno propicio, situación personal, educación, y seguridad en los ingresos son algunos de los aspectos más notables que se evalúan. En conjunto estamos detrás de países imbatibles, como los nórdicos, y también de los líderes del desarrollo europeo: Alemania, Francia, Suiza, Reino Unido, Holanda, y mundiales, como Estados Unidos, Japón, Canadá y otros más, a los que cabe añadir, por delante, otros más sorprendentes que se revelan como buen sitio para las personas de edad: Luxemburgo, Estonia, Chile y Uruguay. Por detrás, los demás.

Del informe anual se deduce, según se ha comentado en sus conclusiones, la gran repercusión que la crisis ha tenido en España, pero no solo la crisis, sino las medidas tomadas por los Gobiernos del PSOE primero y del PP luego, que han llevado a una austeridad que sigue poniendo en peligro la educación, el sistema sanitario de la seguridad social y las pensiones, estas prácticamente congeladas, lo que ha llevado a una ostensible pérdida de poder adquisitivo de este importante sector poblacional, decisivo con sus votos en cualquier proceso electoral, y cuyas percepciones se hallan a un 23 por ciento por bajo de la media de los países contabilizados. A lo que cabría añadir la situación social, lastrada por el enorme paro, sufrido por entre cuatro y cinco millones de personas, y que hace que muchos pensionistas tengan que ayudar a sus familiares cercanos que carecen de ingresos o de ingresos suficientes.

Mal igualmente en cuanto al entorno, en cuanto a si resulta o no propicio para los mayores, aunque haya que tener en cuenta que el informe se refiere en todos los casos a mayores de 60 años. Y es que también en ese sentido se ha ido a menos en los últimos tiempos, detectándose una mayor soledad y menores recursos a favor de quienes lo necesitan, lo que repercute, al referirse a edades ya más avanzadas en un perceptible deterioro especialmente en cuanto a movilidad y dependencia se refiere. Un desigual panorama, en fin, respecto al cual más vale agarrarse a las partes positivas.