A vista de la actualidad casi da la impresión de ser una escena kafkinana la que tuvo lugar, por el año 956, en una población de Germania, después deslocalizada hacia la península Itálica, al sur de la Lombardía, concretamente en Cremona, en la vivencia de su obispo Liutprando, cuando recordase aquel encuentro que tuvo en Frankfurt con Recemundo.

Citar a estas alturas del siglo XXI a Recemundo, no es más que hablar de un tiempo pasado donde en la península ibérica (o si prefieren en Hispania), existe una amplia división entre dos grandes poderes integrales (sociales, políticos, religiosos, bélicos, culturales, etc), a veces entremezclados, que están encabezados por Abd al-Ranhman III (por el Califato de Córdoba) y Ramiro II ( por el Regnum Imperiúm Legionensis), y en el que oficia como obispo mozárabe de Ilíberis. Además de dedicación religiosa, Recemundo es filosofo, astrónomo y versado en matemáticas, razones muy de peso para ya tener a este personaje en cuenta, y darle un sello de importancia en la edad media hispánica.

Además de lo señalado, Recemundo es conocedor de varias lenguas y todo ese conjunto ilustrado que posee se adorna a su vez con ser, ¡siendo cristiano mozárabe!, miembro del "oficio palatino" del Califato Cordobés y actuar políticamente, en nombre del califa, como embajador ante el emperador Otón I.

Liutprando es un historiador de los lombardos que posee una amplia dinámica profesional al servicio de diferentes poderes de su momento, que pasan desde la Corte de Pavía (en el servicio de secretaría y/o cancillería a Hugo de Árles como rey de Italia, después a Berengario II de Ivrea), para ser embajador en Bizancio ante Constantino VII Porfirogeneta y a su retorno a Pavía, y en el caimiento en desgracia, pasar a ayudar a los antiguos adversarios de Pavía, o sea el emperador Otón I y con su ayuda llega a ser investido obispo de Cremona.

Estas circunstancias vivenciales de Liutprando y Recemundo les hace coincidir en Frankfur, donde el segundo anima al primero a escribir la historia de su tiempo, o sea del mundo de entonces y de sus circunstancias más importantes y/o extrtaordinarias, y a tal cometido profesional histórico dedica, años después del 956 citado, sus afanes el obispo cremonense.

Resulta que en esos relatos históricos que hace el obispo Liutprando de su tiempo, hace un hueco importante a un acontecer bélico que tuvo lugar en la península Ibérica,17 años del encuentro entre Recemundo y el propio Liutprando, que se desarrolló en el lugar de Simancas.

Tenemos pues que un historiador europeo, como es Liutprando, destaca la acción bélica que tuvo lugar en Simancas (sabido es que aconteció en la fecha del 6-8-939), y lo hace dada la extraordinaria importancia de tal hecho de armas donde, en términos globales, se enfrentaron el Califato de Córdoba y el Regnum Imperiún Legionensis. Es más destaca un hecho astronómico impactante que tuvo lugar en aquellos días, entre julio y agosto del año 939, cual fue un eclipse de sol, para remarcar la data histórica que aporta en su relato sobre la batalla de Simancas.

La victoria de la Corona Leonesa, de su rey/emperador Ramiro II, en Simancas el 6-8-939, sobre el Califato de Córdoba, que vino después de la Jornada del Foso de Zamora (5-8-939), tuvo una difusión extraordinaria a través de muchos caminos, entre ellos este que hemos relatado del mundo diplomático de la Edad Media (entre Recemundo y Liutprando), y por otra serie de vías de comunicación de la época, de las que nos son ajenos los peregrinos jacobeos a la tumba del apóstol Santiago que, ¡a buen seguro!, distribuyeron por toda Europa, de boca en boca los pormenores y circunstancias que los propios combatientes, en su ida de acción de gracias a su patrono Santiago, les relataron de viva voz.

Resaltar ahora, en este ahora compartido, la victoria leonesa en Simancas, no es solo poner sobre la mesa la existencia formal del Estado Medieval Leonés una vez más, es también dejar constancia de la descomunal importancia que el mundo de la leoneseidad ha tenido a lo largo del proceso histórico hispánico y cómo el hacer de la Corona Leonesa constituye la vertebración de la reconquista hispánica.

Simancas es, sin ningún atisbo de duda, una gloria leonesa y a tal hecho del 6-8-939, que es de nuestros antepasados y, por ende, constitutivo de nuestra formación antropológica, la de todos y cada uno de los pueblos constitucionales de la Corona Leonesa (Extremadura+Reino Leonés+Galicia+Asturias), desde aquí, en nuestro rememoración de tan importante victoria, resaltamos, constatamos y aplaudimos. Lo hacemos como ciudadanos europeos y españoles de aquí, de siempre, y lo hacemos como lo que permanentemente hemos sido, como nosotros: los leoneses.

Francisco Iglesias Carreño

Miembro del IEZ Florián de Ocampo