Es el deporte de moda. Tirar de la manta se ha convertido en objetivo prioritario para algunos personajes. Tras sus distintos «yes» categóricos a Oprah Winfrey, en el tema de su ya contrastado dopaje, Lance Armstrong ha amenazado con «tirar de la manta». Jordi Pujol también ha enseñado los dientes, advirtiendo con «tirar de la manta» a propósito de la financiación de los partidos. Dicen que Bárcenas ha hecho lo propio por si su situación actual se complica más de lo que está. Dicen también que Francisco Javier Guerrero, ex director general de Trabajo andaluz y principal imputado en la investigación sobre los Eres fraudulentos, ha amenazado a Griñán con «tirar de la manta» si no vuelve a la Junta de Andalucía. Todo el mundo, sobre todo en política, posee una manta de la que hace gala si se tercia. Debe ser una manta muy especial, una manta costosa y no solo en términos económicos. La de Armstrong es la misma manta pero confeccionada con sustancias prohibidas en el deporte.

Hay mantas amenazadoras y hay mantos de silencio, como el que se ha echado sobre el conocido como «caso Faisán», una vergüenza, del que nadie, en medio de tanta mierda, ha vuelto a pronunciar palabra. Y eso que afecta directamente al Cuerpo Nacional de Policía y al anterior Gobierno, es decir, al Gobierno del señor Rodríguez Zapatero, precisamente cuando el señor Pérez Rubalcaba era ministro del Interior. El «faisán» sigue vivo y coleando. Y aunque algunos se ponen muy nerviosos cuando se les menta, ni la manta amenazadora ni el manto de silencio pueden hacer olvidar un caso que a todos nos sonroja y del que, a buen seguro, hay culpables de rango superior al de los dos únicos procesados hasta el momento: el ex jefe superior de Policía del País Vasco y el inspector jefe.

El «chivatazo» de la vergüenza existió por mucho que se enmascare, por mucho que se disfrace con argumentos de todo tipo. Desde que saltó el escándalo desde las filas socialistas se trató de esquivar el asunto. Por el contrario, desde las filas populares se ha tratado de mantener vivo y fuera del tiro del olvido. Solo que el Partido Popular no está para faisanes teniendo como tiene en la mira nacional a linces del pelaje de Bárcenas. El procesamiento de los dos supuestos autores materiales del chivatazo debería haber llevado aparejada la reclamación, por parte de los populares, de la pertinente responsabilidad política que sin duda alguna hay, de ahí que Rubalcaba no pueda ni deba ir más allá en el caso del lince Bárcenas por si le devuelven guisado el faisán. Al fin y al cabo, ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Me da igual quién sea el cocinero o cocineros y quién el comensal o comensales.

La opinión pública y los medios de comunicación no olvidan, la sociedad española, además, no perdona, solo que se acumulan los casos hasta el hartazgo y se van dejando injustamente unos por otros. Pues, no señor, hay que seguir tirando de la manta hasta encontrar la última de las plumas del faisán, como hay que seguir tirando de la manta hasta encontrar el último pelo del lince aludido. Quizá sea necesaria más presión mediática para que no se pase página. Llevamos más de seis años con el faisán abierto en canal y empieza a oler. Que le quiten de encima el manto de silencio y que quien sea, tire de una puñetera vez de la manta o de lo que queda de ella.