Así es como están los precios en Zamora, por las nubes y un poco más arriba. No pueden pretender que se consuma si no tienen en cuenta las dificultades por las que atraviesa buena parte de la población. Hay poco de donde sacar y todos miramos el céntimo de euro como si nos fuera en ello la vida, por lo tanto si los precios se desbocan, cerramos la cremallera del bolsillo, apretamos los puños y a otra cosa mariposa. Si el alza de precios en la provincia es cinco veces mayor que la subida salarial, algo no cuadra. Los precios han seguido su escalada por el ascensor mientras los salarios lo han hecho a trancas y barrancas por la escalera. Una empinada y tortuosa escalera que no todos han sido capaces de subir. Cuántos se han quedado en un escalón sin poder si quiera acceder al rellano.

Son cada vez más los zamoranos a los que se ha reducido el sueldo hasta en un cincuenta por ciento. Los hay que han bajado la cabeza y aceptado. Son lentejas, si quieres las comes y si no las dejas. Pero hay otros muchos, que en un arranque de dignidad, le han cantado al jefe y a los compañeros aquello de: «Adiós muchachos, compañeros de mi vida» y se han ido por la puerta con la cabeza muy alta. Pero eso sí, con los bolsillos vacíos, la ilusión hecha trizas, y la esperanza bajo mínimos. Encima no hacen más que repetirnos que el 2013 que está por llegar será mucho peor que el 2012 que corre impasible hacia su final. Y eso que desde Europa nos hablan de que hay luz en las tinieblas que se ciernen sobre España desde Rodríguez Zapatero para acá, es decir, para Rajoy.

En lo que al ciudadano respecta, en Zamora siempre estamos a la baja. Baja salarial, baja en servicios, baja en comodidades, baja en todo. Precisamente por eso tampoco pueden hincharnos a impuestos. No pueden cargar más de lo que están nuestras mermadas economías. Es contraproducente. Porque, de esa manera, cuando acaben los bancos con los desahucios, empezarán las Administraciones públicas, las que cobran por todo en forma de tasas e impuestos mil. Y habrá que manifestarse entonces en contra de las más voraces. Y esto va a ser un caos. Ya es un caos.

Si hay para comer no hay para vestir y para calzar. Y no se puede estar tirando permanentemente de la misma ubre. Las ubres también se agotan. Por cierto, aquellas personas que dicen que Cáritas da también incluso al que no lo necesita o no lo necesita tanto, que se informen. Que conozcan los entresijos. Que accedan al fondo y luego, en todo caso, que hablen. Es conveniente hacerlo bien informados. Cáritas sigue siendo una organización modélica. Y una de esas ubres que, de vez en cuando, se agota de tanto tirar de ella.

Los precios están por las nubes, y entre pan y unos zapatos o un abrigo, se elige el pan que alimenta el cuerpo y da fuerzas. Lo que no puede ser es que hoy compres una barra de pan de lo más normalito por 40 céntimos y mañana vuelvas y te cueste 52. Eso en cuanto al pan, pero así todo lo demás como las frutas, las verduras o las legumbres, por citar unos pocos ejemplos. La vida está por las nubes, los salarios por los suelos. A ver cuándo se le da la vuelta.