Con el personal caliente todavía por ese disparatado intento de los alcaldes y presidentes de diputaciones de Castilla y León, por subirse los sueldos, incremento que en Zamora rechazan Valdeón y Maíllo, pero que la alcaldesa, que se sepa, votó a favor, llega la noticia de que la Diputación quiere reanudar esta Semana Santa la recepción y cena a las autoridades que asistan a la celebración del cántico del Miserere. Una costumbre que no es tradicional, sino reciente y que en los últimos años, los de la crisis, había sido desechada convenientemente a sugerencia del grupo del PSOE que veía en ello un gasto por completo innecesario y prescindible.

Realmente, lo de escuchar el Miserere y ver la procesión del Jueves Santo desde el edificio de la Diputación es algo que algunos altos cargos locales venían haciendo de modo ocasional y discreto y desde luego sin ningún carácter oficial, subiendo unas viandas del bar de la institución para entretener la larga espera y nada más. Luego, en los alegres tiempos del derroche se pasó a invitar a todo aquel que era alguien o creía serlo, lo que llevaba aparejados unos gastos a cargo de la institución provincial. Gastos de protocolo, ya saben, como se sabe también de qué bolsillos sale el dinero gastado.

Bien estaba la cosa con la supresión de ese sarao de nuevos ricos, a los que además de los políticos locales acudían los regionales y alguno más asistente a la Semana Santa de Zamora, caso de algún inevitable exministro, aunque represente a un sector del PP ahora nada bien visto. Son tiempos de austeridad y quien no lo entienda y no obre así no puede estar al frente de ninguna gestión pública. Mas parece ser que los que mandan en la Diputación echaban de menos la fiesta, la cena y la cómoda asistencia a la tradicional procesión y dándole al magín se les ha ocurrido volver a las andadas, pero eso sí, a coste cero, aseguran y a la vez promocionando los productos de la tierra.

La idea es que las empresas donen los muchos y buenos productos alimentarios zamoranos, desde el vino al queso, pasando por los embutidos, las conservas, y demás, y se sirvan en una especie de cena fría de degustación, antes o después del Miserere. El argumento es que los invitados, que cada vez eran más en los últimos años de celebración, conozcan lo bien que se puede comer aquí. Algo que se entiende que ya conocen de sobra los políticos locales y los de la Junta de Castilla y León. Así que la promoción, en realidad, quedaría limitada a los de fuera, que suelen ser bien pocos en cuanto a autoridades y personalidades se refiere. Algo de vergonzante tiene el asunto, desde luego.

A la oposición socialista en la Diputación esto le parece una especie de ofensa a los zamoranos en general, rebate que el costo sea cero, y lo considera tan inapropiado como ineficaz, por lo que pide que esos productos de la tierra, en vez de ser zampados por los invitados, sean entregados a Cáritas y a las ONG para que sean distribuidos entre los más necesitados. El PSOE acusa de falta de sensibilidad al PP y tiene razón en este caso porque el acto parece actualmente de lo más inadecuado por obvias razones.