La gran riqueza patrimonial de la artesanía que llegó hasta los comienzos de la etapa industrial en nuestra capital, como centro comercial de primer orden, dio lugar a un desarrollo y como tal a unos niveles de calidad junto a una categoría artística de primerísimo orden, lo que nos ha permitido conservar obras que constituyen auténticas joyas, testimonio de un mundo, ya historia y de unas etapas de esa historia y de unos auténticos genios, cada uno en su campo.

No fue ajeno a estos fenómenos y situaciones el mundo rural, que resolvía todas sus necesidades con unos oficios más o menos cualificados, pero definitivos en cuanto a su capacidad y desarrollo, alcanzando muchas veces niveles y categorías destacadas. Uno de estos aspectos, el de la forja marcó siempre su destacada utilidad y en él y de él salieron auténticos artistas, muchas de cuyas obras siguen marcando categorías y etapas difíciles de superar hoy día, a pesar de los medios de que se dispone.

Nuestro personaje de hoy nace en tierras saucanas y el hierro era la fuerza y el aliento de su vida. Profesor en la Escuela de Artes y Oficios, sus clases constituían auténticas lecciones magistrales y en 1928 la Diputación Provincial le concede la Medalla del Trabajo realizada por suscripción popular.

Primer Artesano Español, su obra constituyó una noticia viva y constante a través de los medios, destacando entre las desconocidas de sus paisanos la Casa de don Antonio Román Piza Mayor, Careaba o Cosatanill y Malcocinado, la Cerca del Palacete desaparecido en lo que hoy es parte de la Plaza de la Marina, propiedad de la señora Viuda de Cuesta, los Trabajos de la mansión de Víctor Gallego y acercándose la hora de recordar el Corpus, los afiligranados trabajos del Carro Triunfante. El hierro para el señor Laguna era tan suave y delicado para él como la cera, pues solo así podemos ser capaces de entender la calidad y el dominio que nos demuestra en los trabajos auténticas obras de arte.

La última exposición patrocinada por la Caja de Ahorros Provincial ofreció una serie de trabajos, auténticas filigranas de composición y detalles que las convierten en únicas. Don José Vara Finez dedicó en 1975 un magnífico trabajo sobre nuestro genio del hierro a don Ignacio Sarda en la citada exposición presentó el Catálogo.

Como no podía ser menos, don Francisco Romero Magistral de la Santa Iglesia Catedral, orador de primerísima categoría y poeta de verso fácil, acertado y preciso como lo demostró en sus retratos a pluma, con medio centenar de sonetos de rigurosa precisión métrica y agudeza sin par, le dedicó uno a nuestro genio de la forja artista. Que hace junto a su fragua ese Vulcano/ de escasa talla y de nervudos brazos/ que acompaña en el yunque a martillazos/ la canción del trabajo honrado y sano/. Es el hierro tan dócil en su mano/ que al tocarlo no mas salta en pedazos/ y surgen trenzas águilas y lazos.../ filigranas pacientes de artesanal/. Porque no sale en busca de las rosas,/ que merecen sus obras milagrosas/ y el sudor laborioso que las baña./ Pero dejadle en su trabajo duro/ que hombres como éste en su rincón oscuro/ forjando están el porvenir de España.

La obra de Esteban Laguna constituye una página de oro en la historia de nuestra artesanía.