El pasado martes, día 23, cuando el club del periódico entornaba sus puertas ante la inminencia de la Semana Santa, dejando al pregonero la tarea de acercarnos a la Pasión, la voz de Miguel Alejo, delegado del Gobierno en Castilla y León, firme, bien timbrada, nos dejó uno de los mejores pregones de la Semana Santa del periódico que yo he escuchado. Un pregón que rompía moldes, un pregón diferente, auténtico, alejado de la retórica, las florituras y circunloquios que se emplean cuando de hablar de la pasión, muerte y resurrección de Cristo se trata.

Conozco sobradamente, porque me ha dado muestras de ello en infinitas ocasiones, el apego de Miguel Alejo al paisaje y al paisanaje de Zamora. Fundamentalmente al de su lugar de nacencia, Almeida de Sayago, pero también por extensión al de la ciudad y el resto de la provincia. Del paisanaje, en su pregón, hubo palabras de afecto y admiración para el señor obispo, don Gregorio, para el pregonero oficial de la ciudad, Jorge Losada y para la mujer zamorana. Para la madre y la hermana que venían encargándose de tener todo a tiempo para el desfile procesional, y sobre todo para las mujeres, todas las mujeres, que han luchado por la igualdad, por ser y estar, por acercar su identidad semanasantera al hombre a través de la túnica y el caperuz, o bajo el peso de un paso, el que sea.

El apoyo de Miguel Alejo al papel de las mujeres en las cofradías y su derecho a «ser protagonistas», no más, pero sí igual que el hombre, ha sido sincero y explícito. Como sincero y explícito es don Gregorio, nuestro obispo, cuando dice en la entrevista que el Domingo de Ramos le realizaba nuestro periódico: «Sólo daría un baculazo si una cofradía se pone en un caso extremo y niega el acceso a la mujer». Don Gregorio ha sido y es uno de los más firmes valedores de la presencia de la mujer en las cofradías de Semana Santa, en todas las cofradías. Don Gregorio siempre ha apostado fuerte por la mujer. Y eso se lo tenemos que agradecer todas. Las que forman parte de la sacra colectiva representación, es decir, las que desfilan, y las que vemos desfilar, las que ven y las que miramos.

Tenemos un buen pastor, que a nadie le quepa la menor duda. Yo diría que también tenemos un buen delegado del Gobierno que, siendo el delegado de todos los castellanos y leoneses, también ha apostado y apuesta fuerte por Zamora y por la mujer zamorana. Volviendo a la entrevista que don Gregorio concedía a nuestro periódico, no tiene desperdicio. El obispo se ha mojado. No es persona que se esconda ni tras el alzacuellos ni tras la inexistente púrpura, tratándose como se trata de un obispo cercano y sencillo. La del delegado y la del señor obispo, con respecto a la mujer en la Semana Santa, indudablemente ha sido una edificante y hermosa coincidencia.