"Somos personas normales, vivimos en clausura pero no estamos ajenas al mundo ni encerradas entre cuatro paredes: salimos en el convento, que es muy grande, tenemos huerta, jardín...". Con esta naturalidad habla sobre la clausura la madre Dolores Cid, priora en el monasterio de Santa María la Real de las Dueñas, en la capital. La llegada de las elecciones es, para ellas, un derecho y un deber como ciudadanas del país.

La imagen recurrente de un grupo de monjas de clausura ante las urnas el día de las elecciones ejerciendo de su derecho al voto en el colegio electoral siempre llama la atención. Ellas son conscientes de la curiosidad que despiertan y de que "a veces nos miran con extrañeza", reconoce la priora, sin encontrar explicación.

Aunque su vida es de retiro, la propaganda electoral llega a los conventos y monasterios y si no, "para eso está Internet", explica Mercedes González, abadesa en el convento del Corpus Christi, comúnmente conocido como El Tránsito. En su caso, el centro escolar Gonzalo de Berceo es el colegio electoral adscrito "y las ocho acudiremos allí a votar el domingo, todas tenemos la cabeza lúcida y podemos ejercer nuestro derecho". Mientras, las dominicas de Cabañales lo hacen en el colegio Alejandro Casona. De las trece monjas que residen en el convento, doce acudirán a votar el próximo 26J, a excepción de una por motivos de burocracia por su nacionalidad. En el caso de que alguna de ellas tenga problemas de movilidad, un bienhechor de la comunidad, normalmente, algún familiar, se encarga de trasladarlas al colegio electoral y "una vez que hemos votado, para casa", indica la madre Dolores Cid.

Leen el periódico, ven la televisión y escuchan los informativos de Radio María para informarse de las principales propuestas de cada partido político para votar con razones de peso. No obstante, "lo encomendamos al Señor para que se haga su voluntad", de ahí que expongan al Santísimo por más tiempo del habitual "para orar todas juntas y que sea Él quien interceda y obre porque es quien tiene el poder, los demás somos un medio".

El impacto de la vida exterior es mínimo, ya que "nos limitamos a llegar, depositar nuestro voto e irnos, nada más, no tenemos más relación ni contacto", indica la dominica. En la misma línea se expresa la clarisa: "Salimos, atravesamos la calle, votamos y vida normal hasta el día siguiente, cuando nos enteramos de los resultados por la prensa", apunta la madre Mercedes. Eso sí, la oración "se intensifica", tanto es así, que "ya rezamos de manera especial con motivo de las elecciones", incide.

En mayor o menor grado, la clausura implica una separación del mundo con el objetivo de favorecer el recogimiento que requiere la espiritualidad monástica. No obstante, la Santa Sede tiene concedidas varias excepciones en las que las religiosas de vida contemplativa pueden salir de sus conventos y monasterios. Entre ellas, "ejercer nuestro derecho al voto como ciudadanas de España", pero también se contemplan otros casos, la mayoría, por motivos de salud y relacionados con la asistencia a médicos, especialistas "o para una simple extracción de sangre para los correspondientes análisis". También pueden hacerlo por asuntos burocráticos, por ejemplo, la renovación del Documento Nacional de Identidad. En el caso de que requieran salidas más largas por otros motivos, por ejemplo, la asistencia a cursos en otras diócesis o motivos de fuerza mayor familiares, requieren el permiso del obispo.

En Zamora capital existen cinco monasterios de comunidades religiosas de vida contemplativa entre clarisas, dominicas y juanas. Se trata de los conventos de Santa Clara, Corpus Christi (El Tránsito), Santa Marina, Santa María la Real de las Dueñas y San Juan de Jerusalén. En el resto de la provincia hay también benedictinas, bernardas, carmelitas descalzas, sofías y mercedarias descalzas ubicadas en conventos y monasterios de Morales, Villanueva de Azoague, Toro, Benavente, Villalobos y Villalpando.