Las largas colas para votar en la ciudad de Benavente fueron habituales en diversos momentos de la jornada electoral vivida ayer. A pesar de que el número de mesas era el mismo que en otros comicios, la ciudadanía echó en falta más cabinas para poder elegir las papeletas. Otros se lo tomaron a broma, como una mujer en Fernando II preguntado: "¿esta cola es para el chocolate?"

La climatología y eventos deportivos también influyeron: los colegios electorales abrieron con cielo nublado y lluvia, no habiendo los grupos de gente que esperaban a las puertas en los últimos comicios, celebrados el pasado mes de mayo. Además, los partidos de fútbol del F. C. Barcelona por la mañana y del Real Madrid por la tarde hicieron que en esas horas se notase menos afluencia de gente votando, tal y como explicaban en Las Eras.

Las horas de mayor participación fueron entre las doce del mediodía y las tres de la tarde, así como a partir de las seis de la tarde. Algunas personas apuraron tanto que las puertas del colegio electoral donde votaban se cerraron con ellas dentro para que pudieran ejercer su derecho democrático, por primera vez envuelto en decoración navideña. Es el caso de la Casa de Cultura La Encomienda que a diez minutos de las ocho de la tarde contaba con medio centenar de personas en la cola.

Las elecciones generales se desarrollaron en Benavente con normalidad y sin incidentes graves. Hubo disputa con las papeletas, cuyos montones debían estar este año igualados, con quejas de partidos que veían tapados sus montones o denunciaron por sobres ya preparados en las cabinas.

Los percances más reseñables ocurrieron en el colegio El Pinar, donde estuvieron las tres primeras horas sin calefacción porque a los responsables de activarla se les olvidó dejarla puesta; la ausencia de bolígrafos, que según el alcalde fueron sustraídos y tuvieron que atarse con cinta de la Policía Local; la instalación de un espacio para la obtención de papeletas sobre el escenario previsto para las actuaciones de fin de curso, ante la gran afluencia de gente; una señora a la que no se permitió votar al acudir con una fotocopia del DNI en color, teniendo que volver a casa a por el documento original y un primer voto introducido en la mesa incorrecta, que se solucionó abriendo la urna, al no haber más sobres dentro.

En Buenos Aires tuvieron que lidiar con aquellas personas que quisieron votar dos veces o que preferían introducir la papeleta por sí mismos. Este último aspecto generó un conflicto que fue resuelto por un apoderado de Podemos, recordando que la norma avala la revisión de la presidencia para evitar engaño y que el propio votante pueda introducir sus papeletas. A pesar del disgusto del señor, que rompió sus votos tras el primer encuentro, finalmente este pudo ejercer su derecho. También aquí una mujer preguntó por la urna de un partido concreto, pensando que había una para cada formación política.

Los rituales de votación ofrecieron variopintas situaciones, como una monja que en tono de broma se encomendó a la Virgen de la Vega, en el escudo de la ciudad de La Encomienda. Al verse fotografiada por este periódico continuó con su tono humorístico pidiendo que "en vez de sacarme fotos, saca dinero de la cuenta para ayudarme a pagar el gasoil".

Otra joven, en el Centro de Adultos, besó varias veces los sobres antes de introducirlos en las urnas. También aquí vieron amenizada la jornada con otras anécdotas como una señora que presentó la tarjeta de crédito en lugar del DNI o un perro sin dueño que se coló en la sala y que, según un presidente de mesa bromista, "seguro que quería votar al Partido Animalista, pero no le dejamos por ser menor de edad".