Una joven a la que le habían robado la cartera ha protagonizado la anécdota de la jornada en el colegio Juan XXIII. Al no poder mostrar el DNI para indentificarse y poder ejercer su derecho a votar, ha regresado con el libro de familia y una fotocopia compulsada del documento personal. Después de un formidable revuelo y de pedir a la mesa del centro educativo que llamara a la junta electoral, finalmente ha sido autorizada a introducir sus papeletas en las urnas. La presión de los presentes ha sido clave para desbloquear la situación.