En la película "Días de fútbol", Antonio y sus amigos deciden formar un equipo de fútbol con el que esperan ganar algún título y un poco de autoestima, y en principio piensan poner al equipo un nombre cachondo como "Wáter de Múnich", "Maccabi de levantar" o "Steaua de grifo", pero se deciden por "Brasil". Nada menos. Se supone que "Brasil" es un nombre que intimida, un nombre que impone respeto en los rivales, un nombre que permite salir al campo ganando 1-0? Lo cierto es que los amigos de Antonio son muy malos futbolistas, así que "Brasil" pierde muchos partidos. Y es que el nombre no siempre es el destino, a no ser que tu nombre sea Kameni.

Si el Málaga se hubiera presentado en el Camp Nou con el nombre de Brasil, estoy seguro de que el Barça habría ganado el partido. Pero no. El Málaga no es Brasil, sino Kameni. Y eso sí que da miedo. No es posible utilizar el kung fu para jugar al fútbol, como creen los protagonistas de "Shaolin Soccer" y Llorente, el defensa del Málaga expulsado con roja directa después de una entrada kungfuciana a Neymar, pero sí se puede utilizar el nombre de Brasil para intentar ganar algún partido de barrio y el nombre de Kameni para empatar un partido de Liga en el Camp Nou. Contra Kameni se estrellaron los delanteros del Barça entre los que, habrá que aceptarlo de una vez, no está Alcácer y sí Piqué. Lo peor no fue que Alcácer tocara el balón un número de veces inferior a los dedos de las manos del capitán Garfio, sino que el exjugador de Valencia pasó por el partido como la ética de Sócrates pasó por la campaña electoral de Donald Trump. Si Alcácer hubiera metido un golito en el último minuto, todos habríamos olvidado su partido inexistente y pensaríamos que la misión de un delantero es meter goles decisivos, y que para tocar el balón ya está Neymar. Pero Alcácer ni marcó goles ni los falló, y ni siquiera puso a prueba a Kameni. No sé qué es más difícil, que Alcácer marque un gol con la camiseta del Barça o que Kameni encaje un gol en el Camp Nou. Supongo que los goles de Alcácer llegarán algún día, y confío en que Kameni se jubile un año de estos y solo aparezca por el Camp Nou para darse una vuelta por el museo del Barça. Mientras tanto, habrá que celebrar que por fin practicar el Kung Fu con Neymar conlleva tarjeta roja y que Kameni, como todos los hombres, fue engendrado como mortal.