"La sensación de competir en unos Juegos Olímpicos es más grande que tener éxito empresarial y ganar dinero", afirma el taekwondista Jon García. Tener una plaza para acudir al evento deportivo más importante no tiene comparación para ningún profesional. Muchos están a punto de sentirlo cuando lleguen a Rio de Janeiro el próximo mes de agosto, pero varios zamoranos ya saben lo que es vivir en la Villa, en la que es, después de recoger sus testimonios, una de las mejores semanas de su vida.

El deporte ilustre de los Juegos Olímpicos es, sin duda, el atletismo. En Zamora hemos tenido el privilegio de tener al velocista Frutos Feo, quien tuvo su oportunidad en la cita más grande del deporte hace 20 años, en Atlanta.

Para él desde el primer momento en el que sabes que estás clasificado "vives un sueño". "Tanto la previa como el viaje y la estancia son momentos únicos en tu carrera inolvidables y es que para un deportista decir que has estado en una olimpiada es un hito", añade el zamorano.

Junto a sus hijas recuerda esos momentos ya que "ahora valoras mucho más haber llegado a unos Juegos Olímpicos y eso hace que viva con mucha emoción cada edición". "Paso por la vitrina de medallas, veo las fotos junto a ellas y es una gran emoción para mí", comenta con emoción el excampeón de España.

Para un velocista como él, comer al lado de Michael Johnson es "algo increíble después de lo que consiguió en aquellos juegos al batir el récord del mundo". Y es que en la Villa Olímpica se vivía "un ambiente expléndido". "Teníamos una gran relación con el equipo de Balonmano, en el que militaba Urdangarín y Alberto Urdiales, hasta el punto de que íbamos a verles jugar o a competiciones de otros miembros de la expedición nacional", apunta el atleta.

Con dos Juegos sobre sus piernas, Jon García alcanzó su mejor resultado con el séptimo puesto en Atenas 2004 pero la vivencia fue mucho más allá de recibir el diploma olímpico. "La experiencia del clasificatorio ya fue extraordinaria, pero tanto en Atenas como en Pekín viví una sensación única", apunta el campeón europeo. Nacido en Durango pero con espíritu zamorano, García describe los paseos por la Villa como "una ilusión tremenda al encontrarte con ídolos y deportistas profesionales, sobre todo cuando los ves con la misma ilusión que tú".

Jon ahora se dedica a la actividad empresarial, aunque también coordina el club zamorano de Taekwondo sin ánimo de lucro lo que le permite no despegarse de su deporte de forma profesional. Para un amante de su deporte, estar en lo más alto del podio "es algo que solo se asemeja a ver a mis chavales triunfar" "Es la forma de mantener mi pasión, entreno dos horas al día con ellos y cuando consigues que ellos ganen es la sensación que más me recuerda a lograr victorias a nivel internacional", recalca el subcampeón mundial.

Atenas fue el lugar en el que Isidro Lorenzo vivió el sueño olímpico como cumbre de una gran carrera en el panorama del tiro olímpico. Allí alcanzó el octavo lugar en pistola libre 50 metros con el que, aunque en un principio se sintió muy disgustado, puede estar muy satisfecho teniendo en cuenta lo que cuesta estar entre los últimos ocho tiradores que competían en la final.

"Estar en unos Juegos Olímpicos es lo máximo a lo que los deportistas aspiramos llegar. Es una experiencia única y que disfrutas mucho a pesar de la presión de la competición y del poco tiempo que dispones entre entrenamiento y entrenamiento", asegura el excampeón español.

Pero de esos ratos en los que podía relacionarse, el tirador zamorano guarda grandes recuerdos como con "algunos miembros del equipo de baloncesto ya que transmitían un muy buen ambiente. Aunque luego íbamos todos a lo nuestro, pero de esos momentos de relax me quedo con las conversaciones que tenía con ellos".

El mundo del piragüismo es el deporte que más éxitos aporta a la provincia de Zamora y, como no podría ser de otra forma, varios zamoranos han conseguido el pasaporte a la cita olímpica en esta categoría. Una de las más ilustres es Belén Sánchez que participó en Barcelona, Atlanta y Sydney logrando en Estados Unidos el mejor resultado con una meritoria sexta posición en K4 500m.

"A mis primeros juegos en Barcelona 92 llegué con mucha ilusión y expectativas. Además como llegas con poca presión por los resultados puedes disfrutar más del ambiente propio olímpico", afirma la subcampeona mundial. Acudir a una olimpiada por primera vez es algo especial y Belén aprovechó la ocasión para ampliar horizontes en cuanto a lo que su deporte respecta.

"Nunca había oído hablar de las aguas bravas y durante mi semana en Barcelona pude descubrir una nueva categoría dentro de la federación a la que pertenezco. Además conocí a gente extraordinaria que competía en esa modalidad" puntualizó la también subcampeona europea.

Quizá la parte negativa es el tiempo, algo que todos los olímpicos zamoranos han tachado como la principal razón que le impidió conocer a más gente o tener más convivencia con otros deportistas ya que "tú vas durante una semana a disputar tu competición mientras otros ya se han ido o aún no han llegado. En mi caso no he podido ir a la ceremonia de apertura de los Juegos" decía con resignación la madrileña afincada en Zamora.

Si hablamos de ilustres no podemos olvidar al actual presidente de la Federación Española de Piragüismo, Juan José Román. Él es el más veterano de todos los olímpicos zamoranos que consiguió acudir a cuatro ediciones (Los Ángeles, Seúl, Barcelona y Atlanta) cuya actuación más destacada fue la en Barcelona con un cuarto puesto en K2 500m.

"Los Juegos Olímpicos se viven con una intensidad y una emoción especial. Llegas con una motivación única por el hecho de celebrarse cada cuatro años, la repercusión mediática y los lugares en los que se celebran hacen que el deportista lo viva como una experiencia vital", comenta el campeón mundial.

Esa peculiaridad que otorga la Villa Olímpica de residir en un ambiente más privado que en otras competiciones es una cuestión muy valorada por los deportistas ya que "hay una mayor seguridad y el transporte es más sencillo". Aunque en cuanto a la convivencia con otros deportistas "no tienes mucho tiempo para ello ya que tienes que entrenar y descansar".

Ahora como presidente de la Federación ve los Juegos como "una competición más en la que apoyar a nuestros deportistas, aunque sigue siendo especial". A su vez, asegura que "no me pica el gusanillo de volver a competir porque el estrés de los viajes es continuo y unos Juegos suponen un viaje extra".

El hombre que ha dado continuidad a los éxitos de estos dos piragüistas es Emilio Merchán, quien también ha gozado de la oportunidad de competir en dos olimpiadas, Atlanta y Sydney, en los que la quinta posición lograda en el continente americano fue su mejor resultado.

"Disfruté más en mis primeros Juegos que en los segundos. El hecho de estar en una Villa Olímpica es lo que realmente te marca", remarca el seis veces campeón mundial. Merchán destaca las vivencias en el comedor ya que "comer al lado de Gebrselassie o Ian Thorpe es una experiencia extraordinaria".

La situación para los piragüistas no es la más cómoda ya que suelen tener que desplazarse "a otras ciudades y sueles competir en la última semana por lo que no puedes llegar a tener una convivencia absoluta ni con tus compañeros de selección".

No conseguir una medalla es una decepción, pero los Juegos te dan algo más como el zamorano resalta al decir que "la Villa te da la opción de conocer a la persona, no al deportista, debido a la privacidad que te otorga y eso hace que te lleves una experiencia más gratificante".

El camino a los Juegos Olímpicos está lleno de trabas, sufrimiento y mucho trabajo, pero las sensaciones que transmiten aquellos que han sido afortunados y han podido disfrutar de esa oportunidad parecen ser suficientes y contrarrestar todo lo que han tenido que ir dejando a un lado. La perspectiva del aficionado, sobre todo en el fracaso, nubla la concepción de lo que el deportista está viviendo en ese instante. Como se puede ver en las impresiones de los olímpicos, más allá del éxito está la extraordinaria experiencia de vivir una semana en el epicentro deportivo mundial por excelencia, que, por lo general, no se cambia por absolutamente nada en el mundo.