En el Madrid estamos en fase de contención, que es una forma fina de llamarle al estreñimiento; que, como todo quisqui sabe, es un trastorno que viene provocado por un adelgazamiento de "las tuberías" intestinales que hace que se retrase la evacuación de su contenido. Esta reacción tan humana viene por problemas orgánicos pero también se produce por estrés: al afectado, de repente, se le paraliza esa función intestinal por puro nerviosismo a la espera de un acontecimiento, aunque es cierto que, en ocasiones, se genera la evacuación veloz. Pero no hay duda de que el estado la afición del Madrid a día de hoy es la de contención hasta que todo pase. Una mala frase, un gesto mal calibrado, puede cambiarlo todo.

La contención en otro de sus significados (uno que los guionistas de Al Palo se la ha sacado de la manga) quiere decir humildad, justo el "modo" en el que tiene que estar el equipo merengue hasta que todo acabe (para bien, esperemos).

De esto, de humildad, viene dando falsos cursillos el equipo guay. Me comentaba el otro día el guionista número tres de Al Palo (el más moderado, casi un meapilas) que los guays llegaron a alcanzar tal grado de humildad que un buen día lograron el máximo de su altura, con la mala fortuna de que cayeron en un mal resbalón. Fue tal el costalazo que quedaron groguis: es la famosa caída desde la humildad mal entendida, prima hermana de la caída del ego. Son caídas bárbaras.

La clave de este juego no está en los modelos y esos nuevos ADN que se han sacado de la manga; aquí el asunto es entrar en racha, no tener entrenadores "excesivos" y mantener la mayor distancia posible de cualquier filósofo del fútbol; y de eso, al socaire de los guays, tenemos toda una cátedra en España.

Al Madrid le va bien en modo "pringao", como ya se dijo aquí y se seguirá diciendo hasta el final de esta temporada. Aunque si todo acaba de buena manera, que nadie dude de que estas teorías serán cambiadas inmediatamente. Y al minuto la humildad y, sobre todo, el modo "pringao" serán despedidos.