En la película «El reino de los cielos», Balian (Orlando Bloom), un herrero francés del siglo XII que en realidad es hijo del barón Godofredo de Ibelin (Liam Neeson), termina siendo el defensor de Jerusalén frente a las tropas de Saladino. En el último momento, cuando los cristianos han sido derrotados en la batalla de los Cuernos de Hattin y en Jerusalén apenas quedan caballeros que la defiendan, Balian arma caballeros a todos los habitantes de la ciudad santa, la mayoría simples siervos sin instrucción militar. En ese momento, el obispo le pregunta a Ibelin si cree que armarles caballeros les hará luchar mejor. Ibelin se vuelve hacia el obispo y, con magnífico laconismo, responde: Sí.

¿Sí? «El reino de los Cielos» es una película, y en una película un herrero puede convertirse de la noche a la mañana en barón de Ibelin, experto guerrero, genial estratega, excepcional político, agudo psicólogo y profundo filósofo. Pero en la Edad Media los caballeros no se fabricaban en serie, y ser investido caballero no convertía sin más a un siervo en una máquina de matar. Tampoco era fácil en tiempo de las Cruzadas pasar de herrero en una pequeña villa francesa a defensor del reino de los Cielos. Aunque no lo parezca, estamos hablando de la Edad Media y también de fútbol. Es una gran alegría echar un vistazo a la Primera División de la Liga española, esa Jerusalén futbolística, y encontrar al Valladolid y al Rayo Vallecano liderando el reino de los Cielos junto al barón de Ibelin azulgrana. Sólo llevamos dos jornadas de Liga, pero parece que liderar el campeonato da tanta fuerza como ser armado caballero en Tierra Santa. Más allá de las murallas de Jerusalén esperaba Saladino y su impresionante ejército, y más allá de los muros del liderato espera Florentino Pérez y su impresionante Real Madrid. Balian, barón de Ibelin, tuvo que rendir Jerusalén ante Saladino para evitar una masacre, una más en ese reino de los Cielos tan castigado por la locura de cristianos y musulmanes. Me temo que Valladolid y Rayo Vallecano terminarán rindiendo el liderato ante el Madrid, Valencia, Atlético de Madrid o cualquier otro Saladino de la Liga española. Ser armado caballero no garantiza la victoria ante un ejército superior. Ser co-líder en la segunda jornada de Liga no garantiza el hundimiento de Jerusalén en la tercera jornada.

Y, con todo, Valladolid y Rayo Vallecano deben disfrutar de este momento en el reino de los Cielos. El fútbol les ha armado caballeros, y el ejército de Saladino mete menos miedo cuando se está refugiado tras las murallas de Jerusalén, es decir, cuando es Saladino quien tiene que conquistar la ciudad. Como el fútbol ama el romanticismo pero al final suele premiar a los equipos más potentes, es probable que Valladolid y Rayo Vallecano terminen pidiendo la hora en la Liga y se agarren a la permanencia en Primera División luchando hasta el último segundo. Pero, en la segunda jornada de Liga, los jugadores del Valladolid y del Rayo Vallecano han sido armados caballeros y cuando los obispos del fútbol les preguntan si ser co-líderes en el reino de los Cielos les hará jugar mejor, se vuelven hacia ellos y, con magnífico laconismo, responden: Sí.

Saladino entrará victorioso en Jerusalén. Vale. Al final, la Liga será un durísimo mano a mano entre Saladino y el barón de Ibelin, con el resto de los equipos luchando por las migajas. Es posible. Pero Valladolid y Rayo Vallecano, sus jugadores y aficionados, deben hacer caso al poeta Horacio y no investigar ahora el fin que los dioses del fútbol les tienen reservado. Valladolid y Rayo Vallecano no deben entregarse a cálculos babilonios, sino gozar el día como si no hubiera otro igual después. Puede que las murallas de Jerusalén empiecen a resquebrajarse en la tercera jornada de Liga, pero eso sólo son cálculos babilonios que nada significan cuando se está contemplando la Liga desde lo alto del reino de los Cielos.