El pequeño pueblo de Villaflor, a orillas del embalse del Esla, revivía el pasado fin de semana con la llegada de muchos emigrantes que regresaban a casa para celebrar la festividad de san Boal, uno de los dos patrones de la localidad, en unas jornadas de temperaturas cálidas que invitaban al paseo por la ribera. De esta forma, el pueblo descubrió un robo que ha disgustado a toda la vecindad, no tanto por el precio del objeto sustraído como por su valor histórico, sentimental y de identidad: la campana del embarcadero.

La historia de Villaflor está marcada por la construcción del embalse de Ricobayo en la cuenca de los ríos Esla y Malo, que inundaron buena parte de sus tierras, destruyeron su iglesia y su cementerio, y dejaron a este pueblo sin comunicación con las dos localidades más cercanas que no fueron sepultadas bajo el agua: Villanueva de los Corchos y El Campillo. A falta de puentes, en 1934 Iberdrola dotó al pueblo de una barca que daba servicio día y noche, con dos barqueros que trabajaban en turnos de 24 hora. En los primeros años, los usuarios tenían que llamar al barquero a voces cuando necesitaban cruzar a la otra orilla, pero con el tiempo Iberdrola instaló junto al embarcadero un mástil con una campanita para llamar la atención del trabajador cuando se encontraba en la orilla opuesta. En 1998 un puente sobre el Malo, entre Villaflor y Villanueva, sustituyó a este servicio y la barca de madera quedó abandonada en la orilla, pero los vecinos la recuperaron, restauraron y pusieron en valor como símbolo del pueblo, y de hecho ya forma parte del escudo del Ayuntamiento de Muelas del Pan, municipio al que hoy día pertenece Villaflor -previamente compartió Ayuntamiento con Cerezal de Aliste, y antes de que existiera el embalse con la desaparecida localidad de San Pedro de la Nave-. Como parte del original monumento se conservaba, colgada de su mástil a pocos metros del embalse, la pequeña campana de bronce que databa de la década de 1950, según una inscripción en su parte interior.

Así era hasta la pasada semana, cuando alguien decidió apropiarse de lo que no era suyo, "probablemente por el poco dinero que vale el bronce de la campana", especula Sagrario Piorno, presidenta de la Asociación de Vecinos de Villaflor. Aunque la campana era de un tamaño bastante pequeño, "era atractiva para los ladrones porque estaba en medio del campo, sin vigilancia, junto a un pueblo muy pequeño, por lo que no pasa mucha gente por allí", explica Piorno. El robo no solo ha disgustado a los vecinos de Villaflor, "también nos ha trasladado su pena la hija de uno de los últimos barqueros, la barca y la campana forman parte de la historia de su familia", asegura la presidenta.

A los miembros de la asociación vecinal les gustaría volver a contar con una campana junto a la barca de Villaflor, "aunque fuera de adorno, de un metal poco valioso para evitar que la vuelvan a robar", añade su presidenta, aunque la asociación no ha tomado todavía una decisión formal sobre trasladar estos deseos a Iberdrola o al Ayuntamiento de Muelas del Pan, que podrían reponer la campana.

Aunque existe una banda dedicada a robar campanas de ermitas e iglesias del mundo rural, que ha actuado en algunos pueblos de Zamora como Carracedo, se les ha atribuido el robo de grandes campanas, nunca de una tan pequeña como la de la barca de Villaflor.