Los vecinos de Santa Eulalia del Río Negro visitaban ayer el cauce del río Negro atentos a la espectacular crecida del agua que se quedó a escasos metros de las viviendas más próximas al cauce. En este pueblo el caudal era 151,20 metros cúbicos por segundo y un nivel de 3,10 metros, según los datos de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), mantenía por la mañana el nivel de alerta, con la tendencia creciente del caudal desde la noche del viernes.

El agua anegó caminos, alguna calle de tierra en la parte trasera de las últimas viviendas y las pequeñas huertas emparedadas que prácticamente se convierten en parapeto para las aguas. Una de las vecinas que se acercaba a la orilla señalaba que la limpieza de la margen izquierda ha evitado en los últimos años las riadas que en otras ocasiones sí llegaron a las casas de la parte más baja.

La súbita crecida y la declaración de alerta por parte de la CHD contrastaban con la sequía del verano y la falta de lluvias del otoño. En el mes de agosto se prohibió precisamente el riego de las huertas, que ahora quedan bajo el agua. Esta subcuenca, tributaria del río Tera recogía las lluvias y el deshielo de la Sierra de Cabrera, cargada de nieve en la última semana.

Puebla de Sanabria

La estación aforadora de Puebla de Sanabria pasaba de los 159 metros cúbicos por segundo de caudal a las nueve y media de la noche del viernes a los 160,35 metros cúbicos por segundo por la mañana. El río llegaba al nivel de 2,91 metros a su paso por la Puebla, ligeramente superior a la referencia de alarma. El agua quedaba prácticamente al nivel de la escollera de La Chopera en el barrio de San Francisco, tapando los escalones de la zona de baño, aunque sin salirse de su cauce. Aguas abajo, un embalse de Cernadilla muerto de sed amortiguaba la riada.

El río Castro sí se desbordaba a escasos metros de su desembocadura en el Tera, anegando el camino de Castro y dejando los bancos del paseo y la ruta de bicicleta a remojo. Los regatos, aguas arriba, se desbordaban por los prados a la altura del puente de Pedralba de la Pradería y también dejaba a remojo diverso material de obra bajo el viaducto de la nueva traza del Alta Velocidad. La crecida del río Castro ha borrado todos los atropellos efectuados en el cauce por las obras de movimiento de tierras.

Castellanos

Otro punto obligado de visita ayer estaba en la presa de Castellanos, en el río Tera, donde el agua bajaba crecida para dentro de su cauce. Uno de los visitantes de la mañana fue el molinero de Castellanos, Antonio Castroñuno, que en otros tiempos vio el río fuera de sí, anegando las fincas colindantes, el molino y la fábrica de luz aguas abajo. Otro vecino de la zona llega con un niño para comentar que esta crecida va a limpiar todos los depósitos de las orillas, aunque difícilmente limpiará el fondo de la presa.

Trefacio

En el río Trefacio se notó la limpieza del arbolado de ribera a su paso por el casco urbano que no creó, en esta ocasión, problemas de desbordamiento. Las nieves del del Tera prácticamente se han derretido, aunque el río a su paso por Ribadelago iba crecido pero sin riesgo de desbordamiento y bajando, como explicaba Alfredo Puente, mirando desde la puerta de casa el río. Y para espectáculo de la fuerza erosionadora del agua, la bajada del río Cárdena, a la entrada del poblado de Moncabril.

El nivel del Lago de Sanabria ha crecido alrededor de un metro, hasta el extremo de tapar el malecón del embarcadero, un punto de visita obligado, como reconocían dos de sus visitantes, uno descendiente de Robleda y otro natural de Asturias. "Al suelo le ha costado hacer charcos", afirmaba el sanabrés para indicar que la sequía del terreno ha perdurado hasta ahora.