En estos tiempos donde se ha convertido en habitual de hoy denominar tradición a la ocurrencia de ayer, hablar de las "Siete Hermanas" de la Raya de España y Portugal son palabras mayores, vivencias y costumbres que han logrado mantener unidos a alistanos y trasmontanos incluso cuando los Reyes y Reinos de Portugal y Castilla utilizaban nuestro territorio para dilucidar unas guerras, las suyas, que nunca eran las nuestras.

La Soledad de Trabazos, La Salud de Alcañices, El Nazzo de Povoa, Virgen de Árboles de Carbajales, La Encarnación de Villalcampo, La Luz de Constantim y la Riberinha de Quintanilha (esta desde hace al menos 1297), han contribuido al intercambio religioso, social y comercial, folclórico y humano con unas fechas no marcadas en ningún calendario oficial, pero grabadas a fuego en la memoria y el corazón de alistanos y trasmontanos que cada año conviven y se hermanan en ellas.

Parece que fue ayer, sin embargo, ya han pasado 410 años desde que se venera en la ermita a la Virgen de la Soledad. Recinto que nació a la vera de San Roque y su perro antes de 1600 y hacia 1698 pasaba a dedicarse a la Gran Señora con cuya imagen se santifico en 1708.

El santuario, hoy uno de los mejor conservados de la Raya de España y Portugal, con unos preciosos jardines añadidos hace pocos años, vivió antaño momentos difíciles. Allá por 1715 era tal su deterioro que hubieron de contratarse las obras a Antonio Francisco, un prestigioso carpintero de entre Douro y Miño. 700 reales costaría la broma, además de media carga de centeno y media de vino para mantenerse. Un año después se pararon las obras pues el dinero no llegaba, al rebajarse los ingresos pues ese año no se pudo vender el pan de la Alhondiga. En 1717 se volvía contratar lo que quedada por hacer a Juan Caballero en 70 reales, una fanega de pan y una media de vino, corriendo el maestro carpintero con todos los gastos. Así fue como se puso la capilla mayor a tres aguas, se hizo un coro decente con sus balaustre y vigas, y se compuso la espadaña, esto ultimo a cargo del concejo. Las obras continuaron en 1846 y con un gasto de 8.487 reales se hizo el púlpito nuevo, además de dos arcos. En 1857 se invirtieron otros 1.725 reales en la espadaña, de ellos 886 para arrancar la piedra y picar parte de ella.

El 2 de marzo de 1714, Domingo de Bustamante, Vicario General, aprobaba el Voto y Concordia hecho por los concejos de Viñas, Rábano y Sejas de acudir en rogativa pública cada 8 de mayo, día de la parición de San Miguel, cada pueblo con sus insignias e imágenes, a la ermita de la Virgen de la Soledad para "implorar de la piedad Divina el socorro de las lluvias". Hasta los papas Inocencio XI y Pío VI le dieron su gracias. La Virgen de la Soledad mantiene viva su tradición después de cuatro siglos.