La imagen de toda una manada de lobos hechos y derechos en plena carretera, sentados unos y otros de pie, atentos a todo lo que pasa y con los ojos como brasas, es una estampa inédita, emocionante y más que ilustrativa. Además tuvieron la suerte de posar para el fotógrafo sanabrés Óscar Manuel Sánchez en plena naturaleza y en un territorio lobariego, cuyos habitantes conocen al lobo desde los viejos tiempos.

Los lobos crían y viven más cerca de los casas de lo que los propios moradores sanabreses y carballeses pueden imaginar. Oscar Manuel Sánchez fotografió la noche del martes una manada de siete lobos pululando en plena conjunción por una carretera de la baja Sanabria. No es la primera vez que se dejan ver ante el objetivo en una estrecha franja de terreno. No identifica ni el lugar ni la hora porque, según dice, el problema es el furtivismo".

Las fotos lupinas que inmortalizó en su cámara están recorriendo las redes sociales a gran velocidad. "¡Qué pasada!" expresa un cazador de postín, que ya tiene algún lobo en su haber. Y es que la realidad de la imagen impacta más que ningún cuadro pictórico.

Esa noche llegó a casa y le dijo a un familiar: "voy a hacer una foto de los lobos". Se apostó con su cámara en un lugar de tránsito habitual de personas y vehículos, a escasos metros de unas casas habitadas, que conoce y que es a la vez un paso de lobos. "A los cinco minutos apareció el primero de los lobos en la carretera. Al primer disparo con flash "hizo ademán de correr pero se paró. Al segundo disparo vinieron hacia mí y los tuve a unos 10 metros". Durante 10 minutos se despachó a gusto con la cámara "buena", como el fotógrafo llama a su compañera.

Eran siete lobos en total, aunque en las fotos el grupo mayor es de cuatro. Las crías y los adultos protagonizan esta escena nocturna. La tranquilidad de los animales queda plasmada en que se tumban en la carretera, e incluso en el tiempo en que el fotógrafo contempla la escena hacen parar a un coche hasta que deciden mudar de sitio y retirarse.

En varias ocasiones los vehículos obligan a los lobos a esconderse entre las escobas que proliferan en la cunetas, pero una vez que los coches pasan, la manada vuelve a la carretera. Alguna de las crías se come incluso la carroña de algún pequeño animal que hay en la cuneta, como llega a apreciar Oscar Sánchez.

Tropezar con lobos es más habitual de lo que parece porque hay varios grupos y parejas en una amplia zona del municipio que no tienen reparo en acercarse a las carreteras. La cámara de Óscar Manuel ha servido para mostrar a la sociedad el elegante rostro del superpredador, su inigualable mirada y, en este caso, un saber estar en la naturaleza y casi en la sociedad.

Son lobos libres, captados en plena noche, cuyos instinto salvaje contrasta con el comportamiento domeñado y meloso de los ejemplares cautivos. No faltaron ayer, empero, las llamadas de quienes aseguraban que "son perros con dueños conocidos".